Al continuar mi sueño de Presidente y saber qué virtudes deben tener mis colaboradores en cada área de la administración pública, tengo que reconocer que somos bastantes, que cada quien es diferente y todos deben ser empleados y utilizados conforme a tantos estudios hechos para la administración del recurso humano, y es así que el ministro de Educación debe ser el número uno de cualquier gobierno que tiene que ser el superdotado en estudios y vivencias de lo que debe ser la educación para todo el quehacer nacional.
El decreto de la Educación Pública y Gratuita fue oportuno para su época y a lo mejor hoy muy mal interpretada, el primer principio de ese decreto tenía como prioridad la educación para la convivencia social y después venía lo demás que es sumamente importante, un pueblo educado para convivir en paz; el resultado no puede ser otro que no sea progreso, seguridad, salud, arraigo en sus convicciones de nacionalidad, arraigo en su convicción religiosa y social.
¿De qué sirve tener tantos profesionales en las diferentes ramas de la educación universitaria, cuando su comportamiento no está acorde con esa educación para la convivencia social? La respuesta está en la calle: emigrar del país, ser chofer de carro libre, administrador de bachaqueros, dueños de empresas de teléfonos celulares de calle, dueño de carros de perros calientes y pare de contar, y no es que considere que estos trabajos e iniciativas sean buenas o malas, honrosas o no, es que simplemente no hemos sido educados para la convivencia social.
Si todo esto es así, educar es lo más importante, lo que significa que los mejores pagados de mi gobierno tienen que ser los maestros de primaria y sobre todo aquellos que hacen el mayor sacrificio: los que viven en el campo y en el área rural, los que enseñan a alimentar, ordeñar la vaquita, a cuidar los pollos y las gallinas, a hervir el agua para evitar enfermedades, los que atienden a los alumnos con las pocas posibilidades del campo que en buen venezolano se describe en el refrán “hacer de tripas corazón”, ese venezolano campesino garantiza que no va a ser delincuente, que en el transcurrir de su vida quiere dejar de ser campesino y educarse para otro tipo de trabajo que con mucha voluntad y donde no quede espacio para la holgazanería ni muchos menos para delinquir, va a rendir los frutos que desea porque Venezuela siempre ha sido, es y será un país de oportunidades.
Amemos a nuestro país en forma incondicional como si fuera nuestra madre e hijos, busquemos la unión y la unidad sin excepción, ni distinción, que nos permita un país prospero y seguro, creíble, respetuoso y respetado, no tengo la menor duda de que esto coincide con la aspiración de un alto porcentaje de los habitantes y hasta los que creen que lo están haciendo muy bien, por las oportunidades de este bendito país que Dios, nos regalo y que debemos responderles con la mayor dignidad, esfuerzo y trabajo y con las virtudes de buen venezolano que solo piensa en producir, generar empleos y divisas para el país, sin ser una carga para nadie.
Unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
@JGmendozabarqto.