Comentábamos en la entrega anterior, el problema de la toma de decisiones como uno de los elementos fundamentales en la vida del ser humano y, particularmente, la responsabilidad que al respecto asumen los encargados de conducir los destinos de una organización, desde la familia hasta toda la multidiversidad de ellas, que da origen a la constatación que vivimos en una sociedad organizacional.
Hoy, no hay decisión alguna que no tenga rasgos irracionalidad, sobre todo el análisis estratégico que las soportan es insuficiente. Cada quien cree tener la razón, según su perspectivas. Errar es libre, pero cada quien que asuma su responsabilidad por los daños directos y colaterales que no visualizó
Explorando el contexto del actual conflicto universitario, aparecen planteamientos dilemáticos que expresan las contradicciones y las dificultades para resolverlos.
¿Cuál es el momento para solventar el conflicto? La dirigencia gremial y las autoridades universitarias no lo tienen claro. En principio. Luego de firmada la II Convención Colectiva, al momento de redactar este artículo, solamente 10 universidades están en paro: UCV, UC, ULA, LUZ, USB, Unexpo, UDO, UNET, UPEL y la UCLA. (Incluso, hay algunas Facultades donde se están dictando clases). En el resto, es decir, en 61, las actividades son normales, están funcionando. ¿Cómo están haciendo? Eso significa, en cifras redondas, que de un 1.700. 000 estudiantes que integran la matricula, solamente 381.000 no están recibiendo clases. En nuestra querida casa de estudios, se inició la discusión del referido contrato y ya estábamos en paro. En agosto hubo clases. Luego se retomó el paro. Paradójica la cuestión.
En la trayectoria del conflicto, en una primera fase los estudiantes apoyaron y entendieron el paro; cuando se firma la II Convención Colectiva, el gobierno inició los pagos derivados de la misma. Profesores, obreros y empleados cobraron sus respectivos retroactivos. Hoy, a la espera de reanudar las clases, se sienten frustrados, utilizados; perciben y califican de inmorales al sector de trabajadores y profesores que están cobrando sin trabajar y a quienes no asisten a cumplir su horario. Reclaman su derecho al estudio con recursos de amparo.
Hubo autoridades que avalaron el paro de Fapuv. No han rendido cuentas de la ejecución presupuestaria de los recursos asignados. No tienen clases. Solicitan recursos para funcionar. Pagaron sueldos a quienes abandonaron sus cargos, olvidándose de sus funciones y responsabilidades como cuentadantes.
Crece el grupo de profesores, que con una visión más ajustada a la realidad, ante el dilema planteado, apelando a la ética universitaria, puesto a decidir entre continuar con el paro y reanudar las clases para aprovechar el tiempo restante, por lo menos para programar y retomar las actividades docentes, ante el fracaso de la estrategia de la dirigencia gremial y la indiferencia o complicidad de las autoridades, intuyen, sospechan, perciben, que detrás de esa decisión, soportada en una lógica errónea, subyace otro interés, otra motivación: la cuestión político- partidista. El amor y el interés se fueron al campo un día…
Vale la reflexión de un profesor joven, de la nueva generación: “la irracionalidad de esta dirigencia universitaria es patética. La acompañamos hasta la puerta del cementerio, pero no tenemos porque enterrarnos con ella”.