«El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado sobre él» Proverbio Chino.
Aunque llevaba décadas gestándose, de un día para otro los medios de comunicación anunciaron que el mundo había entrado en crisis. Algunos expertos profetizaron que este hecho iba a tener consecuencias apocalípticas para la mayoría de los ciudadanos. Y lo cierto es que así ha sido. Curiosamente, la palabra «apocalipsis» viene del griego Apocalipsis, que significa «revelación» y también «quitarse el velo de los ojos». Es decir, el momento de afrontar la verdad sobre lo que está sucediendo. Por lo tanto, nos permitimos reflexionar que este análisis es perfecto con relación a lo que está sucediendo en nuestro país. Entonces, ¿Cuándo todos nosotros, algunos más y otros menos, nos vamos a quitar el velo de los ojos y vamos a comprometernos con responsabilidad a que la situación en Venezuela no tenga consecuencias apocalípticas?.Por supuesto cuando digo todos nosotros me refiero desde el Señor Presidente de la República hast el último de sus habitantes.
Por su parte, la palabra «crisis» comparte la misma raíz etimológica que «crisálida», la cual alude a la «metamorfosis» y a la «transformación». Y eso es precisamente lo que le está sucediendo al sistema económico mundial: está inmerso en un gigantesco proceso de metamorfosis. De hecho nos encontramos ante un momento histórico extraordinario. Somos testigos de excepción de un cambio de época.
En este contexto, el cambio y la reinvención han dejado de ser una opción; se han convertido en una necesidad para poder adaptarnos y prosperar en la nueva realidad personal, social,política, laboral y económica emergente. Lo que está en juego es nuestra capacidad de evolucionar como individuos y como sociedad. Una vez más e insistiendo con el caso Venezolano, ¿es que los ciudadanos de Venezuela no están en capacidad de ponerse de acuerdo en los cinco puntos más importantes para resolver la crisis?
Para lograr esta capacidad de evolucionar como individuos y como sociedad, es fundamental tomar nota de las lecciones psicológicas que esta crisis ha venido a enseñarnos.
Aceptar lo efímero de las cosas. No hay nada que dure para siempre. Todos los sistemas sociales, políticos, financieros y energéticos que hemos ido creando han tenido un origen, un punto de máxima expansión, un proceso de decadencia y su consecuente transformación. No es que hayan desaparecido ni se hayan destruido, sino que han ido mutando por medio de las denominadas «crisis sistémicas». Y como cualquier otro cambio brusco, suele venir acompañado de cierto grado de inestabilidad, conflicto y violencia.
Abrirse a lo nuevo. Es una ley tan inmutable como eterna: tarde o temprano, lo viejo muere, dando paso a lo nuevo. Si bien es cierto que están desapareciendo sectores, compañías y trabajos industriales, en paralelo están emergiendo otros nuevos, relacionados con la creatividad y la innovación. Además, gracias al imparable avance de las nuevas tecnologías, poco a poco se va transformando como hacemos lo que hacemos, facilitando que logremos hacer cosas que no sabíamos que podíamos hacer. Así es como los sectores, empresas y profesiones de éxitos pasados se ven superados por nuevas propuestas más eficientes y de mayor calidad que las destruyen. A este fenómeno se le denomina «destrucción creativa», un término popularizado en el siglo XX por Joseph Schumpeter.
Definitivamente, para poder llevar estos aprendizajes a la práctica, hemos de empezar por invertir en nosotros mismos, en nuestra educación. Cuanto mayor sea la calidad de nuestro conocimiento, mejores serán las decisiones que tomemos y también los resultados que obtengamos.
Continuaremos,