Existieron en el estado Lara hombres de poesía sencilla, surgidos del parroquial acontecer de otros tiempos, aceptados en ámbitos de la crítica literaria gracias a resaltantes méritos. Ahí estuvo el barquisimetano José Parra Pineda, quien inmortalizó el semeruco, simbólico y silvestre arbusto de esta tierra larense, mediante un poema que escribió en una adornada tarjeta de felicitación cumpleañera. La obra poética de Parra Pineda fue publicada en periódicos y revistas. Murió en su natal ciudad, el año 1905.
También Juan Alvarado Ruiz, nativo de Duaca, fue elocuente en el discurso y pluma de perfecta palabra. Amigo de la tertulia en el círculo poético del concurrido botiquín El Chingo, en Barquisimeto, fue además buen deportista, presidente del Centro Atlético América, en 1933. Por cierto, ejerciendo tal cargo, ese mismo año falleció de repente cuando presenciaba una práctica de su equipo peloteril en el viejo estadio barquisimetano, ubicado por aquel entonces en la actual carrera 28 entre calles 30 y 31.
El caroreño Marco Aurelio Rojas, caballero de la bohemia, mago del ingenio y hombre de exquisita poesía, el mismo que se inspiró en los aires musicales de la popular bandola, en los toques de campanas y en el Barquisimeto crepuscular de sus andanzas; su humildad siempre encontró refugio en la marcha lírica de la creación. La pobreza material lo acompañó hasta entregarse a la tierra, en la ciudad yaracuyana de San Felipe, el año 1951.
Otros poetas larenses: Alcides Lozada, Antonio Arráiz, Eliseo Jiménez Sierra, Gelasio Rivero, Hedilio Lozada, Juan José Bracho, Pío Tamayo, Rafael Garcés Álamo, Roberto Montesinos, Teófilo Trujillo y Vate Guédez, también le escribieron ayer a la común sencillez de los pueblos. Ahora ellos, en el regazo del silencio, deben estar orgullosos por los éxitos literarios de su coterráneo Rafael Cadenas, actual laureado poeta barquisimetano, con alcance de gloria internacional en México (Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2012) y en España (Premio Federico García Lorca 2015)
Al momento de evocar a esos sencillos poetas de otros tiempos, también recordamos a uno de estilo diferente, sarcástico, como fue el caraqueño Francisco Guaicaipuro Pardo. Este bardo se oponía al general Antonio Guzmán Blanco, corrupto presidente de la República, llamado en la línea opositora “déspota ilustrado”.Y así, en cierta ocasión, en una cena de alta categoría social, los invitados pidieron a Guaicaipuro Pardo que declamara algo de su poesía. Entonces éste, tomando una manzana en sus manos, recitó:
Por esta cual la presente,
perdió el paraíso Adán,
si hubiera sido Guzmán,
se come hasta la serpiente.