Hillary Rodham Clinton justificó enérgicamente sus antecedentes antes, durante y después de los ataques en Bengasi durante la investigación encabezada por legisladores republicanos sobre los mortíferos ataques en Libia en 2012, en la esperanza de dejar atrás el peor episodio de su desempeño como secretaria de Estado y despejar un obstáculo a sus aspiraciones presidenciales.
En una audiencia no exenta de asperezas arreciaron las acusaciones sobre las versiones cambiantes del gobierno cuando se conocieron los primeros detalles de los ataques en la ciudad libia en los que murieron cuatro diplomáticos estadounidenses.
Clinton, la principal aspirante a la candidatura presidencial demócrata, inició la sesión de interrogatorio con una exhortación a que Estados Unidos mantenga su papel de liderazgo mundial pese a las amenazas impuestas a los diplomáticos estadounidenses. Elogió los esfuerzos de los cuatro compatriotas que murieron en los ataques, incluso el primer embajador en más de tres décadas, pero dijo al Comité sobre Bengasi, de la Cámara de Representantes, que los detalles de los ataques han sido objeto de escrutinio exhaustivo.
Los republicanos la presionaron con preguntas sobre su desempeño en los meses previos a los ataques del 11 de septiembre del 2012 a la legación diplomática de Estados Unidos en Bengasi y a un complejo de la CIA cercano, y en qué medida tenía conocimiento del deterioro de la situación en el este de Libia. El ambiente del interrogatorio se mantuvo más o menos en un plano civilizado hasta que el representante republicano Jim Jordan acusó a Clinton de engañar deliberadamente al público vinculando la violencia a un video de internet que insultaba al profeta Mahoma.
Clinton, que se había mostrado impasible, insinuó una sonrisa de incredulidad cuando Jordan la interrumpió. Cuando pudo retomar la palabra, la interrogada se limitó a responder que «algunas personas» habían deseado justificar los ataques sobre la base de ese video y que ella rechazó tal justificación. La discusión derivó entonces en los orígenes del desacuerdo en torno de Bengasi y cómo el presidente Barack Obama y sus principales asistentes representaron el ataque en las últimas semanas de su campaña reelectoral.
«Probablemente hubo varias motivaciones diferentes» para el ataque, conjeturó Clinton, y aludió a una época en que se recibían datos de inteligencia contradictorios sin que surgiera un panorama claro. Dirigiéndose directamente a Jordan, le dijo que «las insinuaciones que usted hace son desmerecedoras. Siento que no se ajusten a su propia narrativa. Solo puedo decirle cuáles fueron los hechos».
Clinton no cometió errores y nunca alzó la voz. En cambio fueron los mismos miembros del panel los que se trenzaron en discusiones hacia el final de la sesión de casi tres horas y media. Por momentos, Clinton se limitó a observar cómo los demócratas presionaban por la difusión de la transcripción completa del testimonio privado de un asesor privado de Clinton, lo que provocó la ira del titular republicano del panel, el representante Trey Gowdy.
La audiencia tuvo lugar en un momento de firmeza política para Clinton. El miércoles, un posible rival por la candidatura demócrata, el vicepresidente Joe Biden, anunció que no entraría en la puja. Clinton también se lució en un debate la semana pasada. Y Gowdy dijo que no la convocaría nuevamente.