Cuatro jóvenes se subieron a una unidad de la Ruta 12 en la carrera 22 cerca de Centro Comercial Cosmos, en el centro de Barquisimeto, y con un discurso amedrentador obligaron a los pasajeros a “colaborar con un billete”.
Los bolsillos de los pasajeros se vaciaron mientras el autobús siguió andando. Puesto por puesto, los charleros se aseguraron que todos los usuarios les dieran dinero y en la carrera 22 con calle 32, zona conocida popularmente como El Manteco, se bajaron.
En cuestión de segundos, cuando los hombres cruzaron la calle, dos de los cuatro antisociales fueron tiroteados, aparentemente por un funcionario vestido de civil que venía en el autobús.
Uno de ellos recibió un tiro en la región pectoral con salida en la región posterior del tórax y cayó boca abajo frente a una piñatería. Tenía empuñados dos billetes que acababa de quitarles a los pasajeros, uno de 20 bolívares y otro de 10. Quedó identificado como Rony Antonio Tamayo Colmenárez, de 21 años de edad.
Su compañero también resultó herido por un proyectil en la región torácica y corrió hacia la calle 30 para evadirse pero no resistió y cayó frente a un negocio donde venden calzados de plástico. Respondía al nombre de Jesús Alberto Rodríguez Pérez, de 19 años de edad. Los testigos dijeron que éste tenía en su poder la mayor parte del dinero, pero nadie sabe cómo ni cuándo, ese dinero desapareció.
Un tercer charlero fue detenido por funcionarios de la Policía de Lara que para el momento rondaban el sector y el último de ellos, logró escaparse.
El charlero apresado responde al nombre de Yose Alberto Castro Álvarez, residente de Quíbor, sector Puerta del Cielo.
Caras conocidas
El suceso se registró a las 10:15 de la mañana. Minutos después llegó una decena de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana que tienen un comando a dos cuadras de donde ocurrió el hecho y apartaron a todos los curiosos que estaban sorprendidos por lo que acababa de ocurrir para resguardar el sitio.
Motorizados de la Policía Estadal también colaboraron en el resguardo de la escena y las evidencias.
Contaron los trabajadores de los comercios cercanos que la carrera 22 es zona predilecta para los charleros. Actúan entre tres y cinco minutos por cada buseta, pocos son los pasajeros que se niegan a “colaborar” luego de la charla que incluye frases como:
“Es mejor pedir que robar” o “Acabo de salir de Uribana y no quiero volver a caer”. Perpetran una suerte de robo psicológico.
Una vez que obtienen el dinero, se bajan y entran a las tiendas cercanas para despistar. La trabajadora de una quincallería dijo que al menos tres veces a la semana entran los charleros, simulan ver la exhibición y al poco tiempo se van, pero antes le dicen a los empleados: “Ustedes no han visto nada”.
Las dos víctimas de ayer eran caras conocidas en la zona. Una fuente policial dijo que los jóvenes eran “azotes” y que a las mujeres que se negaban a darles dinero, las herían en el rostro con una navaja; ayer no cargaban armas.
Ni Tamayo Colmenárez, ni Rodríguez Pérez tienen registros policiales. La policía nunca los había capturado.
Sin dolientes
La madrastra de Rony Antonio Tamayo Colmenárez, quien trabaja en una farmacia en el centro, fue la única persona que llegó al lugar de los hechos. A ella le avisaron por teléfono que al hijo de su esposo lo habían asesinado; estaba sorprendida, hacía ocho meses que lo vio por última vez porque no era apegado a la familia.
Contó que varios años atrás se fue de la casa en Los Pocitos, quiso independizarse y lo hizo de tal manera que muy rara vez llamaba a su padre. Desconoce dónde estaba viviendo.
Lo último que supo de él es que estaba pagando el servicio, no sabe si lo culminó. A la madrastra le tocó darle la trágica noticia al papá de Rony Antonio. El señor estaba trabajando en una empresa de la Zona Industrial I.
Sobre Rodríguez Pérez no se obtuvieron mayores datos porque al sitio no acudió ningún doliente.
Cámaras de seguridad
Un establecimiento ubicado en la carrera 22 posee cámaras de seguridad externas que pudieron haber captado los hechos. Los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) realizaron los interrogatorios a los testigos, colectaron las evidencias y levantaron los cuerpos para finalmente trasladarlos hacia la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda.
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