Lo confieso. Mientras varias gotas de sudor recorren mi frente, intento imaginarme si es normal que en pleno siglo XXI, mientras se descifran las coordenadas de la vida en Marte y la tecnología hace realidad aquella lejana ficción de la inteligencia artificial, padecer “racionamientos” de luz de 4 horas. Hago un esfuerzo. Apelo a las consabidas argumentaciones climáticas del fenómeno del Niño, la Niña, la Santa María o algún otro nombre pintoresco. Me siento un criminal de no querer achicharrarme en el calor mientras prendo un ventilador, o acaso trabajar en mi computadora, al escuchar el argumento oficial que habla de un exceso del consumo eléctrico. Recorro mentalmente la geografía de países desérticos, con climas más inhóspitos que el nuestro, y de cómo han logrado garantizar niveles de vida elevados, con agricultura, turismo, construcción, desarrollo. Y por más que le doy vueltas al asunto, mientras me vuelvo a secar el sudor y levanto la camisa, buscando vanamente algún resquicio de fresco, caigo en cuenta que no, que no puede ser normal.
Planificación. Generadores eléctricos. Mantenimiento. Tecnología. Palabras que surgen al pensar en lo que en su momento debió haber hecho el actual gobierno, para garantizar que el Sistema Eléctrico Nacional pudiera responder no sólo al crecimiento de la demanda natural del país, sino a los vaivenes climáticos de esta zona del Caribe. Pero no. No fue así. ¿Cuánto le cuesta al país cada minuto sin servicio eléctrico? ¿Podrá cuantificarse, no ya en el vapuleado Producto Interno Bruto, estos cortes y apagones, sino en el potencial productivo que se queda allí, inerme, muerto, latente?
Aunque la propaganda oficial, en realidad, quizá la única función eficiente de la “revolución”, la cual se bifurca entre la mitomanía, el ocultamiento y la no publicación de información oficial de ningún tipo, ni macroeconómica, ni sanitaria, ni de inseguridad, ni de endeudamiento, ni nada, lo niegue hasta la saciedad, Ud. y yo, y mucha gente sabe que esto no es normal.
Que en un año electoral, el gobierno a través de una justicia a su servicio se dedique a perseguir, a encarcelar y a sentenciar a dirigentes políticos, y a funcionarios electos por votación popular y en ejercicio, mientras militariza todas las fronteras del país, y denuncia conspiraciones por doquier y hace caso omiso a los enfermos que mueren por falta de medicamentos o tratamientos, o los choferes que se paralizan por repuestos o cauchos, o a los venezolanos de bien que mueren día a día por la delincuencia, no puede ser normal. Hoy los malandros, los choros, arremeten con granadas y mejor armamento contra las sedes de los cuerpos de seguridad, por presunta venganza o quizá por simple “ocio” en las zonas de paz. En el interín, el poder juega a convertirse en Mambrú, creando guerras imaginarias, mientras que en las verdaderas la gente, el ciudadano, el “pueblo” va perdiendo.
Todo esto y más es lo que ofrece el gobierno como tangible plan de acción de sus candidatos a la Asamblea. Piense bien, mientras espera, después de 4 horas, a que le llegue la luz porque…todo esto…no puede ser normal.
