«Señor, bendice a este pueblo, bendice a cada uno de ellos, bendice a sus familias, dales lo que más necesiten, y les pido por favor a ustedes que recen por mí», dijo Francisco, quien solicitó a «los que no creen o no pueden rezar que me deseen cosas buenas».
La agenda preveía que el pontífice saludaría a las más de 50.000 personas reunidas ante el Congreso desde un enorme balcón reservado a la oficina del presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, del opositor partido republicano y un católico declarado.
Francisco apareció en el balcón ladeado por Boehner y el vicepresidente Joe Biden (también católico) para la ceremonia de saludar y bendecir a la multitud, pero sorprendió a todos al solicitar un micrófono.
Luego de su breve saludo, Francisco repitió en inglés una frase con que el presidente Barack Obama suele cerrar sus discursos: «Que Dios bendiga a los Estados Unidos».
La multitud había comenzado a instalarse en los jardines delante del Congreso y en dirección al National Mall (una amplia avenida que conecta el Capitolio a la Casa Blanca) desde la madrugada, y en la muchedumbre era posible ver familias enteras, con muchos niños.
Luego de un histórico discurso ante las dos cámaras del Congreso estadounidense, Francisco se dirigió la iglesia de San Patricio, en el centro de Washington, y seguidamente su agenda contempla un encuentro con personas sin techo y presidiarios.