Una de las comparaciones más absurdas que he escuchado en mi vida es la que hacen las personas en torno a la actividad deportiva conocida con el nombre de Maratón. Además, es injusta y ciertamente equivocada. Por ejemplo. Cuando preguntan ¿cómo te fue en la actividad de comprar alimentos hoy? Las personas contestan: “Muy mal, tuve que ‘calarme’ un maratón de cinco horas para comprar una tontería”. Igual sucede cuando vamos a hacer una transacción bancaria. Para expresar nuestra frustración, malestar e indignación, comparamos peyorativamente la extenuante y estresante jornada por la cual hemos pasado con esta noble actividad.
Ud. debería comparar más bien, la cara, el temperamento, el comportamiento y la situación afectiva en un corredor cuando culmina cualquier carrera o un maratón, con la cara, el temperamento, el comportamiento y el carácter de una persona que pasa 3, 4 horas o más en una cola del banco o de algún establecimiento comercial para comprar alimento. No hay ninguna similitud.
A riesgo de que me llamen exagerado o ridículo, me atrevo a asegurar que los corredores, por lo menos en el proceso de entrenamiento, antes de la carrera o maratón, en el transcurso del mismo y al cruzar la meta, lleguemos en el puesto que lleguemos, somos las personas más felices del mundo. El poeta y escritor uruguayo Marciano Durán, cuando habla de los corredores, lo expone así: “Se anotan en carreras de ocho o diez kilómetros y antes de empezar saben que no podrán ganar aunque falten todos los demás. Estrenan ansiedad en cada salida y unos minutos antes de la largada necesitan ir al baño. Ajustan su cronómetro y tratan de ubicar a los cuatro o cinco a los que hay que ganarles. Son sus referencias de carrera: “Cinco que corren parecido a mí”. Ganarle a uno solo de ellos será suficiente para dormir a la noche con una sonrisa” ¿Cómo les parece?
Hasta el mismo Dios, tuvo en consideración esta relajante actividad deportiva e hizo un paralelismo con los cristianos. El apóstol Pablo en su experiencia evangelística en Grecia seguramente presenció aquellas multitudinarias concentraciones y pudo decir, para aliento de todos aquellos que participamos en la carrera cristiana, lo siguiente. “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”. Heb.12:1 ¿Amén?
Otra forma equivocada, pero aceptada con mucho cariño, de usar esta palabra, es decir, que vamos a participar en un maratón de 10 k. Por cuanto la palabra maratón solo se usa cuando son 42 k o en su defecto, la “Media Maratón” que son los 21k. Pero lo más importante de todo, es que nuestros amables lectores se motiven a comenzar a ejercitarse y con el tiempo, vivirán la diferencia entre un “maratón” y el legítimo maratón. ¡Que el Señor nos bendiga!¡Hasta el próximo martes Dios mediante.