Una vez más el Gobierno venezolano, antes de sus inesperadas y absurdas decisiones frente a las calamidades que estamos afrontando como la escasez inminente de alimento, desabastecimiento al por mayor, penuria por las grandes colas inmensas que tenemos que soportar para comprar un rollo de papel higiénico, harina pan, arroz, azúcar, aceite, leche, jabón en polvo o de bañarse y pare de contar los numerosos productos que no se encuentran por “no hay”, pero aumenta el narcotráfico, la corrupción, la inseguridad, el descontento popular ante un gobierno que se le ha perdido la “brújula económica” y ha acudido a uno de sus estatutos contemplados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela como lo es el Estado de Excepción.
Este estado de excepción se decreta cuando “afecten gravemente la seguridad de la Nación, de las instituciones y los ciudadanos cuando resulten insuficientes las facultades de las cuales se dispone para hacer frente a tales hechos”.
El Gobierno ha creado leyes, ministerios, decretos, comisiones y han resultado ineficaces, pero los problemas crecen a ritmo acelerado.Cuando vemos las cadenas inconsistentes del Presidente por los medios de comunicación social, en las cuales no se presentan fórmulas que nos permitan mejorar la calidad de vida del venezolano. Se crea la papanatas del Estado de Excepción como si la solución está allá en la frontera, específicamente en Colombia, es decir según el Gobierno todo lo que padecemos actualmente se lo debemos a ellos, como si la cadena alimenticia, de productos y de la economía dependiera de ellos, “que ilusos son”.
Esto realmente da dolor, desesperación, rabia e impotencia cuando observamos a colombianos tratados impunemente, cuando sembraron raíces en esta tierra y son tratados de una manera impúdica, como malvados, delincuentes, destruyendo lo poco que habían construido, despojándolos de todo.
Las crudezas políticas que está viviendo este gobierno no se pueden establecer a otros países, menos a Colombia,“da pena ajena” lo que están padeciendo estos miles de colombianos que cruzan hacia su país, despavoridos dejando atrás ilusiones que sembraron en esta tierra para beneficio y están destruidos hombres, mujeres y niños impregnados de desilusión, con lágrimas por venir a trabajar, a prosperar en mi país.
Cuando un Gobierno actúa de esta manera, muestra que está a la deriva, sin timón y con un cargamento de problemas que día a día va en aumento porque la incompetencia es la que lo rodea. Aquí no encuentro una palabra de aliento, de vigor para ese pueblo hermano colombiano sino el “perdón”, porque los venezolanos sabemos que los errores del Gobierno no son del pueblo venezolano que los quiere y los aprecia.