Luego de construir local su arrendataria le cerró la puerta y se apoderó de bienes

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Navegando por internet, Jeannellys Antonella Da Silva, encontró un sitio para alquilar y montar una peluquería. La dama hizo contacto con la propietaria y fue hasta el lugar para verlo: era la carrera 15 entre calles 58 y 59.

Lo que se encontró allí fueron dos paredes laterales, sin techo, ni nada, como especie de un estacionamiento, pero era el punto ideal para materializar su sueño.

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Fue en mayo del 2014, cuando habló con la señora Doris Rodríguez Rodríguez, le canceló la cantidad de 15.000 bolívares, como un mes de depósito y dos de alquiler y se comprometió a construir el local que sería de 4 metros de largo por tres de ancho.

La arrendataria estuvo de acuerdo. Pasaron los meses y Da Silva alargó la construcción: la hizo de siete metros de largo por tres de ancho.

En un documento firmado por ambas partes y con huella dactilar la dueña se comprometía a descontar de los alquileres los gastos de construcción.

El mes de noviembre culminó el local y comenzó amueblar.

Hasta un baño le hizo, colocó cielo raso, baldosas, un aire acondicionado de 24 mil BTU, sillas para la peluquería, cada una con sus peinadoras implementos, espejos, las sillas para la espera, lámparas y hasta colocó una puerta principal con vidrio blindado, además de una santamaría.

La joven fue objeto de un robo, se llevaron el aire, que estaba dentro de la casa, en esa oportunidad lo dejó pasar y compró dos más de 18 mil BTU. El negocio estaba registrado como Salón de Belleza Unisex Norbella y abriría sus puertas el 21 de diciembre del 2014.

Cuenta Da Silva que estaba muy emocionada. El 20 limpió el local, ya tenía contratadas a cuatro peluqueras y el 21 fue hasta el local en compañía de su madre, con gran alegría subiría su santamaría. Cuando sacó las llaves y las metió en los candados anticizallas, no abrieron. Se puso nerviosa y trató de abrir pero nada.

En ese momento llamó a la señora Rodríguez, quien la recibió y le explicó que no podía alquilarle porque su hija se casaría y no tenía dónde quedarse. Convino con ella en entregarle todo su inmueble y pagarle lo construido. Da Silva con gran tristeza aceptó.

Al día siguiente regresó con un camión para cargar con todo su inmueble y las facturas de lo construido, pero al regresar se encontró con que no estaba ni la santamaría, ni la puerta. Estaba un portón.

Da Silva entró en desesperación llamó a Rodríguez, y la conducta de la dama cambió de forma completa, ni siquiera salió, solo le dijo que ella no tenía nada guardado. La joven le indicó que la demandaría y la arrendataria manifestó que la denunciara donde quisiera.

Sin apoyo

A un lado de lo que sería la peluquería de Da Silva, estaba funcionando un local de árabes, quienes abrieron primero que ella. Otro señor construía un negocio de pollo en brasa.

En el momento la joven no recibió apoyo ante su denuncia, por lo menos del señor que estaba construyendo, pero al mes la llamó para indicarle que la dama le había hecho lo mismo.

Con sus sueños pisoteados Da Silva se fue para la fiscalía e hizo la denuncia, la cual está consignada bajo el número MP-472662015, pero no ha recibido respuesta.

Intentó por todas las formas de contactar con ella para que le devolviera las cosas, pero Rodríguez, quien es educadora, ha hecho caso omiso a sus llamados.

Volvieron a alquilar

Da Silva comenzó a navegar nuevamente por internet y se sorprendió al encontrar cómo ofertaban los locales, el mismo que ella había construido y el del otro señor. Preguntó por el alquiler y pedían 30.000 bolívares mensuales.

De hecho, ya fue alquilado hace tres meses y colocaron un spa. Ella entró, se hizo pasar por cliente y vio todo su baño intacto tal cual ella lo hizo, además observó que aún tenían algunas pertenencias. Llena de impotencia cuenta que se contuvo, pero terminó revelando a las jóvenes lo ocurrido. Ellas se escudaron en decir que todo eso se lo alquiló la dueña.

El local donde estaba la pollera ahora es una cachapera y también fue alquilado, le informaron que por 40.000 bolívares.

Estima que entre los tres locales la docente tiene un ingreso mensual de 100.000, sumado a ello alquila para guardar los trailers de comida, a cuyos dueños les cobra mensual de 5 a 7 mil bolívares.

Da Silva siguió investigando a la educadora a quien acusa de estafar y descubrió que la casa en donde reside, no es de su propiedad, tiene abierta un proceso judicial y es propiedad de unas italianas, quienes el 16 de octubre la demandaron y piden que sea devuelta su propiedad.

La joven agraviada lo único que pide a Rodríguez es que le devuelva sus cosas. No le importa que no le responda por la construcción, pues tiene la esperanza de recobrar todo para comenzar sus sueños desde cero.

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