Es un hecho sabido que el exceso de controles en la economía, como en una organización, terminan por trabar o impedir su funcionamiento. El “bachaqueo”, el contrabando de extracción, ciertamente son conductas perversas y censurables, pero son en esencia efectos, consecuencias, manifestaciones de una madeja de subsidios, controles y regulaciones que, en la ilusión de combatir la inflación, revelan el más estruendoso fracaso de gobierno alguno en generar crecimiento y bienestar a los venezolanos.
En su guerra al mercado y a la empresa privada, primero Chávez y ahora Maduro, desnaturalizaron la función de Pdvsa, profundizaron el carácter dependiente e importador de Venezuela (aquello del desarrollo endógeno y la soberanía alimentaria son hoy papel tualé ideológico) aumentaron el tamaño de Estado, llegando a la paradoja según la cual, siendo el gobierno el principal importador del país (más del 50% de las compras externas), culpa al sector privado de la escasez, mientras el $ocialismo tiene el monopolio en la generación y administración de divisas, y sin duda, parece que también el de la corrupción y el “bachaqueo cambiario”.
Paralelo a la edificación normativa del Estado Comunal, y a la mezcla de un colectivismo militar y represivo, Maduro se niega a reconocer el fracaso y desastre que la “revolución” ha engendrado, y pretende continuar en su labor de crear enemigos externos, sobre los cuales descargar sus toneladas de ineptitud e irresponsabilidad.
El actual gobierno ha contribuido a profundizar los grandes desequilibrios de un modelo rentista petrolero, subsidiador y responsable de esa tan ingenua como arraigada idea de que somos un país rico, de que nada vale, y que el trabajo es innecesario para crecer y progresar.
Alegan la caída del precio del petróleo para negar dólares a todos los sectores, pero los despilfarraron durante los años recientes de la bonanza petrolera, mandando regalitos al vecindario chuco-socialista, con la respectiva monserga a favor de los pobres y en contra del imperialismo, y crearon una boliburguesía cívico-militar que hoy es su sostén y cómplice. Enfermos y pacientes con enfermedades crónicas y tratables, parecen hoy condenados a muerte, a causa de una gestión que se robó todo, y sigue destruyendo las bases materiales, profesionales e institucionales del país.
El gobierno niega la realidad a su alrededor. Acusa a todo aquel que le critica, desee su salida o tan sólo un cambio o rectificación, de criminal y golpista. Quieran aceptarlo o no, el país cambió, y no soportará por mucho tiempo esta mentira en forma de inercia y parálisis que nos tiene haciendo cola y en plan bárbaro, sobreviviendo en la escasez. No celebramos el fallecimiento del Presidente Chávez, pero nos parece parte de la distorsión en la que pretenden sumergir al país, que en el pensum y calendario escolar 2015-2016, el gobierno según Gaceta Oficial N° 40.739 haya incluido, como efemérides, el natalicio y la muerte de Hugo Chávez.
Es, sin duda, una “revolución” disociada.
@alexeiguerra