Ventana abierta
Para recordar: El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Todopoderoso (Salmo 91:1)
Este artículo comenzó un día, cuando mi esposa Susana y quien escribe, almorzábamos en un restaurante. Una joven se nos acercó para darnos un papelito y participar por un “paquete” (una estadía de 3 días y 2 noches) en un hotel en la Isla de Margarita. Sólo con nuestra presencia allí, concursábamos por el asunto y a nadie le caen mal unas “vacacioncitas”.
Acotamos, que no jugamos lotería, rifas, ni nada por el estilo; menos disfrutar de lo que no nos hemos ganado, con el sudor de nuestra frente. Sin embargo, la gente cree: porque en la Biblia menciona, que varios hombres del antiguo y nuevo testamento “echaron suerte” (Proverbios 18:18; Ezequiel 24:6; Hechos 1:23-26) justifica jugar lotería. No es lo que se propone. No obstante, frente a tantas promociones, si alguien considera que usted se merece un premio ¿Qué hay detrás? ¿Quién da algo a cambio de nada?
En una ocasión, compramos un artefacto electrodoméstico y nos dieron diez (10) cupones para optar por un apartamento y un carro. En tal sorteo, no ganamos nada. Pero, en ese sentido, si un comerciante quiere “compartir” las ganancias con sus clientes, usted no está jugando lotería. Eso es algo distinto.
Para acortar nuestra historia del “paquete”, de la empresa de viajes y turismo, como a muchos otros, nos llamaron por teléfono diciendo que nos ganamos el mencionado premio. Un poco escépticos y predispuestos fuimos a la cita. Después de esperar un tiempo, nos hicieron pasar en un sito cerrado y pequeño, donde encontramos unas veinte personas hablando todos al mismo tiempo, una música con cierto volumen y casi no podíamos escuchar a la joven que nos atendía.
Debido a nuestra incomodidad, tal joven apuró las acciones y nos hizo la “interrogante del año” ¿Qué piensan ustedes de ganarse algo prácticamente gratis? (Estamos hablando de unos 3 o 4 mil bolívares). Le manifestamos que no creíamos en la ganga o que podíamos pagar y tuvo que decirnos que era “gratis”, pero que debíamos hacer publicidad a otras personas y algo más. En realidad, el “premio” era como un compromiso.
El ambiente seguía ensordecedor, estábamos algo apurados, porque rayaba el sábado (era viernes de tarde) y como Adventistas reposamos el sábado. Nos pusimos de pie, e inmediatamente llegó una supervisora, nos dijo que si nos íbamos perderíamos el “premiecito”. Le informamos que no nos importaba, ya que si nos quedábamos perderíamos el premio de la bendición de Dios por no guardar el sábado; al violar los mandamientos podemos perder la vida eterna y no se compara con perder un “paquete” o unas vacaciones”.
No podemos afirmar que nos estaban estafando, pero al buscar en internet sobre las denuncias por estafas de “paquetes” como estos, encontramos que son numerosas. (Ver: la página web: consumid.org/categoria/turismo/?&ca=estafa).
Sabe Dios, de que nos libró al no aceptar tal oferta. Y nos acordamos del versículo que hace siglos escribió el salmista David: “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente (Salmo 91:1).
Todo nos hizo replantear las vacaciones para escoger entre: Lara, Falcón, Nueva Esparta u otro sitio turístico, ya que en Venezuela sobran, pero, lamentablemente están tan mal aprovechados, promocionados y poco acondicionados.
Cuando ocurrió el desastre en la refinería en Amuay, estado Falcón, pudiéramos haber estado de recreación por esa zona. Nos preocupamos por familiares y algunos de ellos se fueron de viaje por tal lugar y Dios los protegió. Pero lamentablemente, ahora en Venezuela, tenemos vacaciones con luto, ya que perdieron la vida más de 41 personas, numerosos heridos y tal vez, muchos desaparecidos.
Aunque rechazamos un premio y cambiamos de planes por seguir “esa voz interior” tratando de hacer lo correcto, no “forzamos la barra” y nunca sabremos como Dios nos resguardó o salvó. Su Voluntad, siempre esté delante de nosotros.
No importan los “premios” terrenales o vacaciones que perdamos, hasta por las catástrofes naturales o no, que ocurran, se seguirá cumpliendo el verso de David y nunca deberíamos perder la confianza en Dios, porque Él está dispuesto a darnos cosas mayores, si somos fieles.