La hacedora de muñecas de tela de Lara: El amoroso universo de Nellys Alvarado

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Nellys Alvarado establece una relación especial con cada una de sus creaciones, cargada de complicidad, comprensión, amor y respeto. Y es que para esta artista del juego y la imaginación, cada muñeca que cose con esmero tiene una historia y está ligada a un episodio de su vida.

“Mi trabajo es más que todo emocional”, resume Nellys con sabiduría, mientras sus ojos brillan y sus manos tratan de que el San Antonio se quede derechito para la foto.

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“Me llena mucho, aunque no vivo de ellas, sí vendo muñecas sobre todo cuando voy a exposiciones, pero eso no es lo más importante”, explica.

“Ahorita me hizo llorar una señora porque por primera vez en mi vida vendí unas muñecas en mil bolívares. Si pagan eso es porque de verdad es un arte lo que hago. Antes las vendía más baratas, pero ahora las telas están muy caras y se me hace difícil conseguir el material. Lo bueno es que si no me las compran, me sirven para seguir paseando cuando me inviten a exposiciones”, relata risueña.

Porque de la mano de sus muñecos, Nellys ha recorrido muchas ciudades del país y ha participado en todas las ediciones de la Feria de Tintorero, salvo dos, por razones familiares. Ahora se prepara para ir al V Encuentro de Muñequeras, a celebrarse en Margarita el próximo mes, y también fue invitada a la muestra nacional en el Centro de Arte La Estancia, Caracas, en noviembre.

Nellys tiene siete hijos, dos varones y cinco hembras, y aunque ninguna ha seguido sus pasos, una de sus seis nietas sí quiere aprender el oficio y le dice: “Abuela, yo quiero ser artista como tú”.

Cuenta que aprendió el arte de la aguja y las telas desde muy niña, inspirada en su madre, quien le cosía “a las personas del campo, en San Felipe. Mi mamá echaba los recortes de tela en una cajita y me daba permiso para jugar con las vecinas a través de la empalizada; entonces cualquier tela enrollada en un palito se convertía en una muñeca”.

Recuerda especialmente un diciembre cuando su mamá estaba cosiendo un vestidito y Nellys le preguntó si era para ella. La madre contestó: “No hija, es un encargo”. Se conformó con la explicación hasta ver que entre los regalos dejados por el Niño Jesús, estaba una muñeca con el mismo vestidito.

– ¿Maíta, por qué el Niño me trajo la muñeca con el vestido que usted hizo?, preguntó Nellys.

“Y ella me contestó sabiamente: ‘Hija, ese vestido era para otra niñita, pero como él vio que te gustó, te lo trajo a ti’. Al cabo de 20 años y al tener mis propios hijos, me di cuenta de la bella enseñanza ofrecida por mi mamá”.

Recuerda que por muchos años hizo un pesebre en el porche de su casa, para lo cual empezaba a mediados de año a fabricar las figuras, todas trabajadas a mano. Cada año lo hacía diferente, investigó sobre la Paradura del Niño que hacen en los Andes y la replicaba aquí.
“Ahí fue que me descubrieron porque hasta ese momento yo no sabía que era una artesana, ni que era un arte lo que yo hacía. Asumí entonces que yo era muñequera” relata.

De allí en adelante se fue dando a conocer, comenzó a participar en ferias, exposiciones y encuentros de artesanos, conoció a Zobeida, la muñequera de Píritu, y su trabajo fue difundido en varios medios.

Refiere que observa los detalles de las personas que quiere representar: se fija en su cabellera, zarcillos, collar, lentes… “Armo primero el cuerpito de acuerdo a la tela que tenga, luego busco la manera de vestirlas. Cuando voy a hacerles el rostro es cuando me imagino quién puede ser, a veces le pongo la boca cerrada y después veo que no es así. Le hago los ojos, la nariz, ¡ay esta muchacha se parece a Mercedes! pienso, y empiezo a recordar los detalles de esa persona: su cabello, ojos, lunares… Y le hago la historia”.

Cuando las muñecas se van, Nellys las despide con un abrazo y da recomendaciones a sus nuevos dueños: “Ya sabes, te la llevas, esa es una mujer muy fundamentosa, sácale provecho, es muy trabajadora. Eso sí, no la vayas a bañar, pero ponla a trabajar”.

Nellys atesora inolvidables vivencias con otras muñequeras: “Es lo más hermoso, porque uno está enamorada de este arte y cuando nos encontramos nos contamos acerca de nuestra infancia, cómo jugábamos y cómo seguimos jugando ahora con nuestras muñecas, porque mientras las estamos haciendo nos entretenemos con ellas”.

Museo, taller y escuela

“El sueño que me queda por cumplir es tener una casa propia y montar allí un museo de muñecas de trapo tradicionales. Sería un legado a Palavecino”, afirma Nellys.

“He luchado mucho por esto”, dice, mientras busca entre sus papeles el proyecto El museo de las muñecas de Nellys, en el cual describe un lugar donde se puedan dictar talleres y tener exposiciones permanentes, incluso de las creaciones de artesanas mayores, explicar su origen y que la gente conozca su obra.

El proyecto también contempla actividades de narración oral para preservar la tradición popular.

Mientras llegan los tiempos de cosechar los sueños, Nellys, declarada Patrimonio Cultural Viviente de Palavecino, dicta talleres en diferentes comunidades, canta en la coral de Cabudare y recuerda con alegría su participación en la película Zamora de Román Chalbaud, en 2009.

 

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