El 24 de julio de este año se efectuó un acto en la plaza Bolívar de Barquisimeto para conmemorar el nacimiento del Libertador y el 192 aniversario de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, al cual concurrieron oficiales y tropa.
Refiere la prensa que la coronela que pronunció el discurso de orden, se guardó para el final el “toque político” de su intervención, concluyendo con un “Chávez vive, independencia y patria socialista” y “los traidores no volverán”.
Pues bien, al respecto debemos decir que el contenido de ese “toque” indigna; y además obliga a que –de una vez por todas- lo califiquemos como una vulgar afrenta contra el mayoritario grupo de venezolanos que adversa las excluyentes posiciones sociales, ideológicas y económicas de este desgobierno.
Pero también obliga a que definamos quién en verdad se merece el mote de traidor. Y para ello, recurramos al ideario del mismo Libertador acerca de los militares. ¡Fue de él de quien habló la coronela! ¡Y lo justo es que también sea él quien le responda! Leamos entonces tres de sus más sabias sentencias: “Un militar no tiene que meterse sino en el ministerio de sus armas”; “Es insoportable el espíritu militar en el mando civil”; y “El destino del ejército es guarnecer la frontera. ¡Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra los ciudadanos”.
Por similar razón, también vale citar el artículo 1 de la Constitución Nacional, el cual declara a Venezuela como “República Bolivariana, irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador”.
A estas alturas, cabe preguntarle a la coronela si es de igualdad y de justicia que la Constitución sea burlada impunemente, como ocurre con el debido proceso y la presunción de inocencia; o si es moral que no se garantice el derecho a ser juzgado imparcialmente, o que un órgano incompetente inhabilite a un ciudadano para el ejercicio de un cargo público.
Será que la coronela no tiene quién le diga que en este país hay razones de mucho peso para votar en contra del régimen, tales como haber generado la mayor inflación e inseguridad del planeta; o por haber derruido hasta los cimientos el poder adquisitivo de nuestra moneda; o por el hambre y la escasez de alimentos, medicinas, cauchos, etc, etc.
Ahora bien, ¿en qué limbo están los militares para no percibir esta realidad? O es que, irremediablemente, dejaron de servir a la nación para ponerse a la orden de un partido. O fue que en la Academia nunca les dijeron que el voto –limpio, directo, universal y secreto- es la más genuina expresión de voluntad de un pueblo, y que, por ende, han de defenderlo a toda costa, así contraríe sus preferencias, tal como ocurrirá el 6D.
Señora coronela, con el debido respeto –algo que usted sepultó muy hondo en su lamentable discurso- podemos concluir diciendo que traidor es quien forja caprichosas interpretaciones políticas acerca del ideario del Libertador, pues deforma la razón de ser de la Fuerza Armada, y se convierte en fértil abono para arraigar las tiranías.
Por ello –si de traidores se trata- permítanme invitarles -a usted y a todos los militares- a leer detenidamente ese ideario. Les aseguro que, inmediatamente después, serán muchos los que saldrán corriendo a poner las rojas bardas en franquísimo remojo.