Con la oleada de calor del mes de mayo múltiples instituciones públicas se sumaron juiciosamente al cambio de horario de labores, por lo que dejaron de trabajar hasta las 4:00 p.m. y comenzaron a ofrecer sus servicios hasta la 1:30 p.m., es decir que sólo laboraban seis horas al día. Esto formaba parte de una medida de ahorro energético planteada por el Gobierno, cuyo objetivo era evitar un mayor consumo de energía. Pero por qué no se cumplen, con la misma responsabilidad, otras normas como la ASHRAE 90.1, que exige la instalación de temporizadores para apagar las luminarias durante las horas nocturnas y los fines de semana, tal como lo señala la Guía de Operaciones de Ahorro de Energía Eléctrica en Edificaciones Públicas del Ministerio de Energía y Minas de 2002.
No es preciso ser un experto para saber que la pauta es letra muerta, cuando se aprecia en un corto paseo nocturno por las calles de Barquisimeto, cómo instituciones públicas, la Alcaldía de Iribarren entre ellas, iluminan su edificación, lo cual también representa un alto consumo de energía. Queda la duda de si las razones son vandalismo o arquitectura. Lo cierto es que con dicho uso no se evita el gasto excedido de energía, como lo han promovido desde el ministerio competente. Vale acortar que por incumplimientos de este tipo, o por rebasar unos pocos dígitos el límite permitido, múltiples compañías han sido sancionadas.