La más reciente dinastía de los Yanquis tuvo como médula a un grupo de peloteros conocidos como Los Cuatro Pilares.
Estos son el líder con pinta de galán Derek Jeter, el abridor forjado en casa Andy Pettite, y el inalterable taponero panameño Mariano Rivera. El puertorriqueño Jorge Posada era el fogoso.
Posada hablaba sin tapujos en un camerino repleto de personalidades fuertes. El receptor gritaba a sus compañeros y exigía a los jugadores jóvenes que alcanzaran el nivel de los líderes.
Por esa pasión y esfuerzo, los Yanquis retiraron el sábado el número 20 de Posada antes del partido contra los Indios de Cleveland y develaron una placa en el Monument Park en un homenaje a los 17 años de carrera de Posada, todas con el uniforme de rayas azul con blanco del equipo. El boricua fue parte crucial del plantel que conquistó cuatro títulos de Serie Mundial.
«Desde que tengo memoria todo lo que quería hacer era jugar béisbol. Desde que crecí en el bello Puerto Rico, todo lo que hice fue trabajar hacia mi objetivo. No creo que yo tuviera un plan B», declaró Posada.
«El béisbol era mi pasión y afortunadamente tuve el privilegio y honor de jugar para el equipo más grande de todos los deportes».
Los aficionados gritaron a coro varias veces el tradicional «¡hip, hip, Jorge!» durante una ceremonia que incluyó un discurso de casi ocho minutos que Posada pronunció frente a parientes y muchos de sus ex compañeros.
Para el domingo está programada otra oportunidad con la que se festejará la hegemonía de los Yanquis a finales de las décadas de 1990 y 2000. Ese día será retirado el número 46 que utilizó Pettitte.
El número 6 del piloto Joe torre fue retirado el año pasado, en tanto que en mayo se hizo lo propio con el número 51 de Bernie Williams. El número de Rivera fue retirado en 2013, y también se develaron placas en honor de Tino Martínez y Paul O’Neill.
La única fiesta que falta es la de Jeter, cuyo número 2 es el último disponible de un solo dígito.
Pettitte y Posada acumulan en conjunto foja de 100-51 como batería en Nueva York, según un mensaje difundido en Twitter por la firma especializada en estadísticas deportivas Elias Sports Bureau. Ambos hicieron dúo en los niveles más bajos de las ligas menores.
«Los años que uno aporta y la amistad que se forja, simplemente la confianza que uno genera con otra persona», declaró Pettitte. «Él sabía cómo activarme y hacer que me mantuviera. Todos sabemos lo fogoso que solía ser Georgie. Me encanta eso».
Seleccionado como segunda base en la 24ta ronda del draft de 1990, Posada tiene la marca de disputar el mayor número de partidos de postemporada como receptor (119) y ganó cinco galardones de plata para toleteros como el mejor bateador en esa posición.
«Ser receptor para los Yanquis de Nueva York fue una emoción de todos los días», declaró Posada. «Tenía que jugar la misma posición que mis ídolos Yogi Berra, Bill Dickey, Elston Howard y el número 15, Thurman Munson.»
Berra, hoy de 90 años, escribió una carta a Posada que fue difundida en el tablero de video en el centro del campo.
«Estoy orgullo de ti, muchacho», escribió Berra.
Posada, que disputó cinco Juegos de Estrellas, tuvo promedio de bateo de .273 con 275 jonrones y 1.065 carreras remolcadas. Jugó atrás del plato la cifra notable de 1.574 partidos de sus 1.829 encuentros en las Grandes Ligas.
Posada debutó en 1995 y pocos años después sucedió a Joe Girardi como el receptor titular. Posada jugó después sus últimas cuatro campañas bajo la batuta de Girardi. Se molestó cuando el piloto lo quitó de sus responsabilidades de receptor y después se hizo a un lado de la alineación un día cuando vio que su nombre aparecía como el noveno bateador.
Sin embargo, Girardi dijo esta semana que no tenía problemas con Posada. De hecho, lo admiraba.