Hace unos siete años el sacerdote de la parroquia beata María de San José, de La Mora, conjuntamente con los parroquianos, se propuso construir una nueva iglesia para sustituir la original, que ya resultaba insuficiente para albergar cada domingo la cantidad de feligreses que acudía a las misas.
“Los primeros pasos fueron difíciles, pero como para Dios nada es imposible, se comenzó a levantar la iglesia con las colaboraciones, bingos, vendimias y otras actividades que nos permitieran recolectar algún dinerito para las obras iniciales”, dice Rafael Segovia, uno de los constantes colaboradores del padre Feliciano Gil Herrnández, el párroco.
Reconoce en el clérigo su voluntad, su carisma, y su palabra, que le ha permitido reunir un considerable grupo de mujeres y hombres, siempre prestos a todo lo que permita avanzar en la construcción de la nueva casa de Dios.
“Aquí todo ha sido colaboraciones, expresa. De Corpolara nos dieron 500 sacos de cemento, la casa cural la donó el gobierno de Francia, una familia donó lo necesario para el altar donde estará el Santísimo Sacramento; estamos esperando de la Gobernación nos levante la pared perimetral porque la que se había hecho se derrumbó con un aguacero; también esperamos alguna colaboración por parte del alcalde de Palavecino, que hasta ahora no ha dicho nada”, indica Segovia.
Admite que para terminar la iglesia María de San José, de La Mora, hace falta mucho, pero con la fe que existe en el padre Feliciano y en sus colaboradores, antes de lo que piensan estará lista.
Pronto comenzarán a colocar parte del piso y en la actualidad están esperando donativos de cerámica, de cualquier tipo, necesaria para cubrir algunas paredes.
Y siguen las vendimias y otras actividades destinadas a recolectar fondos para cubrir algunos gastos.
Para el próximo mes está previsto un bingo, que esperan sea todo un éxito, y que cada domingo los bondadosos donativos de la gran cantidad de feligreses que se dan cita en la inconclusa casa de Dios sean mayores.