La avenida Hermano Nectario María, mejor conocida como La Ribereña, es una de las arterias más concurridas de la ciudad, y también una de las más temidas por los conductores, debido a que gran parte de los tramos se quedaron a oscuras desde hace años.
Según el más reciente informe de Corpoelec, 361 lámparas se encuentran apagadas actualmente. Quienes frecuentan la vía consideran que la empresa debe emprender trabajos de rehabilitación en el sistema de alumbrado público, porque en las noches aumenta el riesgo de que los delincuentes se escondan y arrojen piedras a los vehículos, o que coloquen obstáculos en el camino durante la madrugada para atrapar a sus víctimas.
Durante un recorrido realizado por reporteros de EL IMPULSO pudimos constatar que en los ocho kilómetros de longitud hay caos. Por ejemplo en la entrada de El Garabatal ninguna bombilla cumple su función y esto es motivo de malestar entre los usuarios. En el distribuidor de la calle 12 persiste la irregularidad. La señalización se ve cuando algún carro pasa por allí. Mientras que a la altura de Cabudare, los semáforos son los únicos que alumbran. Allí los conductores suben las ventanillas, porque motorizados aprovechan el escenario para cometer atracos.