El tema de las colas es el principal problema que enfrentan las familias venezolanas a diario desde el ultimó trimestre de 2014 hasta la fecha, tanto que la inseguridad pasó rápidamente a un segundo plano, sin que hayan bajado los índices delictivos en el país, pero al decir de los consumidores estos no afectan a todos por igual como sí perjudica no tener alimentos en casa para la necesidad de nutrirse, principalmente a los niños y personas de la tercera edad.
Si bien esta semana se observaron abastecidos los principales supermercados y cadenas privadas que operan en la ciudad, es poco lo que una persona puede llevarse a precio regulado porque solo le venden un solo artículo de la misma especie, o si acaso dos, como la harina, el cual tiene prohibido comprar consecutivamente sino después de siete días.
Esta forma de no poder adquirir horas más tarde el mimo alimento es por una limitación que tienen los compradores cuando quedan registrados a través del llamado capta huella, sistema que memoriza el certificado de autenticidad de las personas de manera única e inconfundible por medio de este dispositivo electrónico que captura la huella digital para combatir cualquier copia no autorizada, de quien se quiera hacer pasar por el consumidor.
En el caso de este jueves se observó que en varios establecimientos de la zona centro y del este vendieron harina PAN, azúcar, café, arroz, aceite, mantequilla y leche, los cuales llevaban las mujeres en bolsas como los alimentos más buscados en las últimas semanas.
Mientras que en el rubro no comestible las personas encontraron toallas sanitarias, bultos de papel sanitario, jabón para lavar, desodorante y champú.
Yoleida Suárez, proveniente de El Malecón, ironizó al preguntarse “de qué vale la existencia en los anaqueles de comida regulada, como hoy (ayer), si ahora el dinero no alcanza para comprar, porque hay otros gastos en el hogar que se incrementaron”.
Señaló que vista su situación priorizó y solo llevó harina y aceite.
Logran carne económica
Francisca de Cañizales, una humilde mujer, domiciliada en Tamaca, salía del Pdval ubicado en la avenida Libertador, donde la cola era superior a los de otros días.
Precisó que pudo comprar en este lugar carne más económica que en las carnicerías tradicionales, a docientos veinte bolívares el kilogramo.
Indicó que esta es una alternativa de consumir proteína, aunque sea una vez a la semana al comprarse regulada en estos mercados del gobierno, porque de lo contrario se comería una vez al año si se adquiere en una carnicería donde los precios superan los mil bolívares el kilogramo.
No obstante, Carla Colmenárez, nativa de Trujillo y domiciliada en Barrio Unión en Barquisimeto, se quejó porque no le dieron trato prioritario para comprar en Pdval, según ella, tiene un mes de haber sido sometida a una histerectomía, además de presentar diabetes e hipertensión.
Afirmó que pese a mostrarle un informe médico a un efectivo de la guardia nacional, este le habría ordenado que hiciera la cola al igual que todos los que había llegado como ella, por lo que se vio forzada a obedecer en perjuicio de su salud.
Ahora más sacrificio
Desde la eliminación del sistema de venta de productos por terminal de cédula en los locales destinados a ofrecer al público consumidor comida y artículos de higiene, se incrementó nuevamente la cantidad de personas en las colas.
Rosa de Betancourt opinó que efectivamente sin el terminal de la cédula se puede comprar cualquier día de la semana, pero el sacrificio es mucho mayor porque ahora las colas son más largas, ya que las personas acuden todos los días de la semana a los supermercados para enterarse qué están vendiendo, y sin que hayan abierto el local de todas formas se quedan esperando en las afueras.
En todo caso, sostuvo que ni el capta huella ni el terminal de la cédula de identidad son métodos eficaces de venta al público, porque ambos se trata de sistemas limitantes del derecho que tienen las personas de comprar.