Ciudad sin dolientes. Esta frase la soltó una de mis seguidoras luego de leer que es la quinta vez que entran a robar el Santuario La Paz de Barquisimeto. Eso es totalmente cierto porque los venezolanos andamos a la buena de Dios, solo él se ocupa de nosotros porque el Estado venezolano y los gobiernos regionales no lo hacen.
Los malhechores en el Santuario cargaron con dinero de la alcancía de la Iglesia. Sustrajeron los tributos de los fieles y hasta trataron de llevarse un Santo pero debido a lo pesado no lograron hacerlo.
Ya la delincuencia no respeta a Dios, no respeta a los niños, a los enfermos, a los abuelos. Irrumpe abruptamente en iglesias, escuelas, hospitales y se lleva lo que hay a su paso. La degradación de esta sociedad es impresionante, nadie se salva. Y mientras esto ocurre vemos a los Policías de Laray a la Guardia Nacional escribiendo mensajes en sus celulares mientras andan en labores y si no están con sus celulares, se ocupan de matraquear o hasta delinquir.
Otro hecho que me abrumó fuertemente esta semana fue el asesinato del padre de Emilio Carrasquel en Caracas. Un hombre de 83 años que fue matado a golpes por delincuentes.
Los venezolanos estamos como un niño huerfano de padre y madre. No le dolemos a nadie. No le dolemos al estado, no le dolemos al Presidente y mucho menos a los gobernadores y alcaldes. Si de verdad les importáramos algo hicieran para detener esta calamidad de vida que llevamos.