Cese al fuego de las FARC: clave para el proceso de paz

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Un nuevo alto fuego unilateral decretado por las FARC, que comienza el lunes, será clave para el futuro del proceso de paz colombiano pues si se cumple y hay avances significativos en la mesa de negociaciones en La Habana, vendrá una tregua bilateral como antesala a la firma de un acuerdo de paz definitivo.

Al menos eso es lo que espera el gobierno colombiano, según un calendario anunciado por el presidente Juan Manuel Santos la semana pasada. Si no hay progresos podría romperse la mesa, advierte el mandatario, que se enfrenta en octubre a unas elecciones regionales a las que llega debilitado.

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«Nuestras Fuerzas Armadas están listas para un gradual desescalamiento, si las FARC cumplen», dijo Santos al país en una alocución televisada el jueves. Pero si la guerrilla no cumple su parte, las Fuerzas Armadas «estarán listas para enfrentarlas, con la determinación y contundencia con que siempre lo han hecho».

Al alto al fuego declarado por la guerrilla, de 20 de julio a 20 de agosto, el gobierno respondió con un «desescalamiento» del conflicto, previo a la firma de una tregua bilateral. Así, el proceso de paz pende de un hilo y éste parece ser un punto de quiebre: o cesan las acciones militares de parte de ambos bandos, hay tregua y paz o se rompen las negociaciones y se continúan con 50 años de guerra.

Por primera vez, desde que comenzaron las negociaciones de paz en noviembre de 2012, son más los colombianos (46 que prefieren una salida militar, frente al 45% que apuesta por una solución dialogada al conflicto debido a los atentados de los últimos meses, según la última encuesta de Gallup realizada a 1.200 entrevistas personas en las principales ciudades del país a finales de abril.

Este cese al fuego tendrá una duración de un mes, extendible a cuatro, y pone fin a un paréntesis de 56 días de hostilidades que siguieron a la ruptura de una tregua anterior y que dejó más de 20 muertos, decenas de heridos, ataques a oleoductos y torres eléctricas, que dejaron sin luz a cientos de miles de personas.

También dejó uno de los atentados ecológicos más graves de la historia reciente de Colombia en junio pasado.

Santos suele citar al ex Primer Ministro Israelí, Isaac Rabin, como inspirador de su estrategia de seguir negociando la paz como si no pasara nada en el campo de batalla. Pero afronta esta etapa con la popularidad por los suelos. Estos 56 días de enfrentamientos han herido su imagen y la del proceso de paz, que acapara toda su acción de gobierno.

Pero el comienzo de la tregua unilateral vino precedido de atentados. Sólo unas horas antes de que comenzara el alto al fuego se registraron dos ataques que las autoridades atribuyen a las FARC y que dejaron dos soldados heridos en la provincia del Chocó.

Hasta ahora hubo por lo menos seis treguas unilaterales. La última y más duradera duró cinco meses, de diciembre a mayo, pero se rompió oficiosamente en abril cuando diez militares murieron tras una emboscada de la guerrilla cuando dormían en un polideportivo en Cauca. Aquel ataque sacudió a la opinión pública y provocó que Santos decidiera reactivar los bombardeos contra los campamentos de las FARC, que había suspendido meses antes.

El contraataque causó la muerte de 40 guerrilleros de las FARC y pocas semanas después, el 22 de mayo la guerrilla izquierdista declaró oficialmente el fin del alto al fuego.

Desde entonces, las últimas ocho semanas ha sido un goteo diario de atentados e incidentes. El Centro para el Análisis de Conflictos (CERAC) ha contabilizado 145 acciones ofensivas de las FARC con un saldo de 24 muertos, 22 de ellos policías y soldados y 66 heridos, según esta organización que recopila los datos cotejando versiones oficiales, de la guerrilla, de las agencias internacionales, de los reportes de prensa y de llamadas al terreno.

Hasta el 8 de julio hubo un 300% más de acciones armadas que durante los meses de cese unilateral de las FARC. En menos de dos meses desde la ruptura, las FARC protagonizaron siete veces el número de acciones que las realizadas durante cinco meses de duración del cese unilateral.

Los ataques guerrilleros se han enfocado en la infraestructura petrolera y eléctrica y el hostigamiento a distancia contra puestos de la Fuerza Pública.

«Las FARC quiere golpear el aparato productivo porque además ya no tiene la fuerza de antes para tomar una población o atacar un cuartel», dice León Valencia, presidente de la Fundación Paz y Reconciliación. Entre estos ataques está el enorme desastre ecológico ocurrido por el vertido de 284.000 galones de petróleo a una cuenca hídrica en Putumayo que dejó sin agua a varias poblaciones.

En estos 56 días «fue sorprendente la capacidad bélica demostrada por las FARC y su habilidad para discriminar objetivos dañando lo menos posible a la población civil», explica Jorge Restrepo, director de CERAC y profesor de la Universidad Javeriana.

La oleada de enfrentamientos de las últimas semanas ha ocurrido muy lejos de la capital. De los 32 departamentos del país, dos del Pacífico, Cauca y Nariño, en el uno de los corredores de tráfico de cocaína más activos de Latinoamérica, concentraron la gran mayoría de enfrentamientos y atentados.

Santos afronta esta nueva etapa con el índice de popularidad más bajo desde que llegó al poder en 2010 y el expresidente Álvaro Uribe, principal enemigo de Santos y del proceso de paz, aparece como el político más valorado por los colombianos lo que podría llevar a su partido a importantes victorias de sus candidatos a gobernación en las elecciones de octubre.

«La opinión pública le ha cobrado esto carísimo y lo enemigos al proceso de paz han utilizado de forma eficaz los atentados para colocarlo al borde del abismo» dice Valencia. Sin embargo, para el analista si descienden radicalmente las acciones bélicas y cambia la retórica de la mesa es posible dar la vuelta a las encuestas.

«Hasta ahora el 80% de las energías de FARC y gobierno se empleaban en desprestigiar al contrario y así es difícil construir confianza entre las partes, pero veo un tono diferente en esta nueva etapa» apunta Valencia.

Santos también insiste en el optimismo y suele citar a Nelson Mandela para decir que no hay que hacer mucho caso al ruido que se genera alrededor de la mesa.

Lo cierto es que desde este lunes los fusiles se silenciarán, parcialmente, para dar un nuevo empuje al proceso de paz.

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