La alimentación sana parece ser un lujo en Venezuela, en especial para quienes devengan un salario mínimo y sólo ganan por día de trabajo un estimado de Bs. 250, tras el más reciente ajuste del mes julio.
Consumir vegetales, frutas y verduras, además de proteínas y carbohidratos moderadamente,
sería la primera recomendación de cualquier experto. Pero, ¿acaso esto es posible en medio de tanto gasto e incremento abrupto en los precios?
La respuesta no resulta tan alentadora. El valor de una manzana es de aproximadamente Bs. 250, y si es verde puede ser más costosa. El kilogramo de durazno podrá hallarlo en Bs. 300 y el de fresas en Bs. 400. La tradicional parchita y melón también han aumentado de costo.
El escenario se repite con los vegetales y verduras, los cuales se han convertido en alimentos fuera del alcance para algunas personas.
El kilogramo de papa supera los Bs. 200, al igual que el tomate, por tanto un día de su sueldo le alcanzaría para al menos una de las cosas, pero no le permitiría comprar ambas a la vez.
Si bien hay ciudadanos que han optado por acudir a las ferias de verduras, el surtido en estos lugares oscila entre los Bs. 70 y Bs. 75 por kilogramo, por lo que un día de sueldo sólo le permitiría adquirir tres kilos 400 gramos de producto.
Esto sin sumar que constituciones sociales como Cecosesola también han registrado un alza en el valor de sus productos, no sólo por la inflación, sino también por la doble tributación de la que han sido objeto.