En la Escuela Críspulo Benítez Fontúrvel hace falta algo más que una bendición

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Uno de los principales problemas de la Unidad Educativa Estadal Monseñor Críspulo Benítez Fontúrvel, es que no tiene cerco perimetral, además que se encuentra en ruinas. El cerro con el cual limita es un peligro latente para los niños que allí estudian.

“Tenemos los ladrillos, pero no los demás recursos ni las personas capacitadas para levantar el muro que es tan necesario. Es en definitiva un gran peligro, pone en riesgo la vida de todos, de los niños quienes corren y muchas veces se les olvida que allí está eso, como la de nosotros mismos, eso es un barranco prácticamente”, comentó la profesora Zoraima Durán de Jiménez.

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Los techos tienen filtraciones, cuando llueven se mojan todos y sin embargo, esto no ha sido excusa para suspender las clases. Lo que sí hacen es unirse todos y apertrecharse para no empaparse con el agua.

El piso del plantel está todo agrietado, parece como si en algún momento se hubiese abierto en dos, la construcción presenta fuertes fallas, tantas que los Bomberos en las conclusiones de la inspección, sugirieron que había que construirlo todo nuevamente.

“Hay problemas de espacio, no sólo porque estos se encuentren en mal estado si no también porque son insuficientes y es gracias a la autogestión de los docentes, quienes hacen un esfuerzo increíble y de algunos representantes que colaboran, hemos podido hacer algo”, dijo la educadora.

Hace un año hubo un operativo de pintura y electricidad en el cual se manifestó la generosidad de los padres y representantes.

Con la maleza también se han hecho jornadas y operativos en los cuales han ayudado las personas de la comunidad. Sin embargo, siempre hace falta una mano amiga.

En la Unidad Educativa Estadal Monseñor Críspulo Benítez Fontúrvel se da desde educación inicial hasta sexto grado, fue fundada en 1986.

La cancha no tiene techo y cuando llueve no hay recreo en este plantel, así como tampoco se pueden hacer los actos culturales y recreativos que corresponden.
Escribir en el pizarrón es un sueño de los docentes, debido a que habría que pintarlo continuamente porque se deteriora con facilidad, y se dificulta dónde escribir y proyectar la formación de ideas para los más pequeños.

El parque que era para la recreación de los niños se deterioró completamente y hace tiempo que unas cuadrillas no limpian estos espacios.

En uno de los salones, la pared está a punto de derrumbarse y esto ha causado preocupación tanto en padres como en docentes, todos se alarman al ver que la institución se cae ante sus ojos.

Y lo más sencillo como las sillas y las mesas, también están en mal estado sin espaldares y con las patas rotas.

“Además de todaslas carencias que tenemos a eso debemos agregar que no se está cumpliendo con el contrato colectivo”, agregó la profesora Zoila López de Silva.

Fotos: Elías Rodríguez

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