Nadie está exento de que en algún momento de su vida alguna enfermedad haga que sus días estén comprometidos. El miedo y la angustia invaden cada uno de nuestros momentos, pero existen millones y millones de personas con un alma llena de amor que ofrece una enorme sonrisa y ganas de vivir a cualquiera, incluyendo a pequeños niños que lamentablemente están siendo afectados por alguna enfermedad oncológica. Conozca esta hermosa labor
El cáncer es una pésima enfermedad que ha invadido nuestra sociedad sin mirar clase social ni mucho menos edad. Cada vez tenemos la horrible experiencia de conocer pequeños e inocentes niños que padecen algún tipo de este “monstruo”.
Son niños que están en escuelas y colegios y que están con todas las pilas puestas esperando seguir aprendiendo y llenando sus vidas de muchas bonitas experiencias. Infantes llenos de ganas por seguir luchando contra esta enfermedad que sin duda alguna será derrotada por estos “Guerreros de la luz”. Este es el nombre del voluntariado al que la licenciada Luz Mirian Álvarez de Hernández pertenece y junto a un grupo de voluntarias y maestras se han dedicado a fortalecer los días de cada uno de estos niños.
Enseñando con amor…
Coméntenos primeramente ¿cómo llega usted a esta aula hospitalaria?
Bueno yo llegué acá porque también fui paciente con cáncer, en la primera oportunidad lo superé y dure cinco años en tratamiento, perdí mi cabello y para ese momento mis hijos estaban muy pequeños y nunca se involucraron en mi enfermedad, pero gloria a Dios lo superé. Al pasar el tiempo me volvió a salir en la piel y ahí es cuando llego acá, fueron pocas las sesiones de quimio y lo volví a superar. Me di cuenta que había una escuelita y descubrí que aquí podía servir, porque esto no es un trabajo, no es un título o una profesión, es un servicio donde Dios nos pone para que demos lo máximo.
¿Qué preparación debe tener alguien que quiera venir a servir acá?
Para ser un voluntario de guerreros, primeramente debes entregar tu servicio sin esperar nada a cambio. Voluntario es aquel que lo da todo y que está las 24 horas, es dar lo que tienes y no lo que te sobra. Hay que tener mucho amor, entrega y a Dios en su corazón. Son los requisitos más importantes.
Háblenos un poco de las actividades que se realizan con los niños
Nosotros como voluntarios todos los días le damos gracias a Dios y a todas las autoridades que nos colaboran, por que los pequeños tienen sus medicamentos. Parte de los tratamientos van de la mano con una buena alimentación, una vivienda idónea y una buena vida. La calidad de vida es la que hace que a este paciente le suban los niveles y tumbe a ese monstruo que es el cáncer. Tenemos médicos, enfermeras y profesoras involucradas con nosotros. Si alguno de los niños no tiene alimentos, buscamos la manera de conseguirlo, si no hay ropa hacemos una campaña para recolectar zapatos o uniformes. Cada 6 meses les hacemos una fiesta hermosa con todo, de hecho los hemos llevado a la playa donde inclusive algunos iban por primera vez. Buscamos que estén felices durante todo un día entero.
¿Qué anécdotas ha tenido acá?
Yo creo que yo nací siendo voluntaria, tuve un hermoso ejemplo con mi madre que trabajó toda la vida con niños. Dentro de este espacio, a mí me han marcado varios niños, más que servirles, se volvieron mis ahijados. Pequeños como Ángel Castro, Leider Rondón y Yohan Requena, estos tres chicos tuvieron que ser amputados pero eran unos guerreros, siempre querían estudiar y lo lograron. Ángel en estos momentos estaría graduándose de 5to año, pero lamentablemente se nos fue en diciembre. Son niños que dejan muchísima huella y se vuelven de la familia.
¿Qué es lo que le causa más satisfacción?
Tengo satisfacciones a diario, ver la sonrisa de los niños y su alegría, verlos transformarse en niños fuertes luego de haber llegado asustados y con miedo. Decir cáncer es como decir muerte, pero no es así, porque hemos podido comprobar que se puede superar con el ingrediente más hermoso que es el amor.
¿Cómo es un día con los niños?
Aquí un día con ellos por mi parte es compartir con ellos un saludo, luego las tres docentes que también son unas guerreras, se disponen a impartir su clase, aunque se involucran al igual que el voluntariado. Si el niño está de ánimo continuamos con sus clases, jugamos con ellos y compartimos con juguetes. Estoy pendiente de que tengan merienda o les busco un libro si les hace falta. Cuando yo salgo de acá no termina mi servicio de voluntariado, siempre estamos dispuestos, actualmente el voluntariado cuenta con 60 personas.
Para terminar, ¿Qué siente cada vez que ve el rostro de uno de estos niños?
Más que sentir, veo a Dios en cada uno de ellos. Por eso en estas guerras contra el cáncer es tener de la mano la fe en Dios y el amor del servicio.
“Todas las mañanas cuando salgo, pongo todo en manos de Dios. Mis acciones, mis palabras y mis actos, porque no doy un paso sin él”