DESDE MI CATEDRA – EL F R A N K E N S T E I N D E L S I G L O XXI

Transcurridos 16 años de este régimen, por los hechos y la fisonomía del país en esta menguada hora, y al observar, palpar y sentir día a día tanto desafuero antidemocrático, una economía hecha triza, la corrupción institucionalizada y descarada, la descomposición social reinante, la institucionalidad degradada, la administración de justicia subordinada y servil, se adolece de un Estado de Derecho, donde los derechos humanos de la disidencia y del ciudadano común son vulnerados, la inseguridad alcanza topes jamás vistos, la impunidad parece ser política de Estado, “laissez faire, laissez passer”, persecución a la libre expresión y pensamiento, los medios comunicacionales acorralados, dirigentes políticos hostigados y presos; esto y más dibuja un país deforme y una cara abominable y sórdida del régimen que la gobierna; y como complemento los “colectivos” sacan a relucir su clase. No es difícil llegar a la conclusión que este desmadre fue engendrado por el fallecido “ comandante eterno”; así salta lo fantasioso, que todos tenemos y lo asociamos con el personaje creado por la londinense Mary Shelley, en su novela (1818), una criatura a la que le dio vida un médico, conformada por retazos y partes de cadáveres diseccionados, experimento exitoso que da vida a un monstruoso cuerpo, que aunque no tenía identidad, ese ser demoniaco se va a conocer como Frankenstein; es evidente que al sentir rechazo le despierte odio y sed de venganza; transmite el personaje repulsivo, sentimiento de ternura, pero no deja de expresar momentos de terror que lo inducen a la aptitud malévola de odio, rabia y venganza, similar a lo visto en estos años. Al hacer análoga la situación que vive el país y los venezolanos, con un tanto de ciencia-ficción, nos preguntamos de un modo reposado y reflexivo, si en verdad estamos frente a una monstruosidad tal que pudiese desembocar en hechos más negativos y devastadores que los actuales; no podemos confiarnos de las bondades prometidas, debemos ser recelosos con el “monstruo” porque la mentira es su denominación de origen y será utilizada como herramienta mediatizante y sin escrúpulo ejerciendo el poder. Ante el engendro que fue diseñando el finado, a la vista está el descalabro en todas las facetas a escala nacional; una monstruosidad de régimen, toda una entelequia el Frankenstein del siglo XXI.

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