La Grecia antigua bendita sea, hicieron al hombre centro del universo y medida de la creación.
Allí nació la filosofía, el amor al conocimiento, la reflexión sobre el hombre y la naturaleza, la
investigación científica basada en la razón, la observación y la experimentación, el sentido de la libertad, de la dignidad del hombre y de la justicia.
Los griegos cultivaron la belleza en todas sus formas. Apreciaban la mesura, la proporción, el dominio y el conocimiento de sí mismo, un conjunto de virtudes que hemos heredado a través de Roma. Hoy la cuna de Occidente, Europa, está muy decaída, pero nos gustaría pensar que no engendró en balde a Aristóteles, Platón, San Agustín, Cicerón, Virgilio, Ovidio, Dante, Montaigne, Cervantes, Shakespeare, Moliere, Spinoza, Voltaire, Descartes, Mozart, Kant, Hegel, Nietzsche y algunos otros.
También engendró monstruos como Nerón, Calígula, Enrique VIII, Los Borgia, Mussolini, Hitler, Stalin, claro, pero ¿ y quién no?
La hibris o hybris (griego antiguo) es un concepto que puede traducirse como desmesura, pasión irracional, desequilibrio…..todos los males que ahora nos aquejan a la civilización occidental por haberse olvidado de la antigua norma griega.
El menjurje ideológico del socialismo del siglo XXI, que supuestamente garantizaría la protección del débil frente a los desmanes del poderoso capitalismo salvaje; no es más que una copia de un viejo sistema clientelar, donde el nuevo poderoso, el Estado, abusa de la clase social productiva hasta subyugarla, apoyado por un estamento militar exageradamente armado que reprime cualquier protesta, condena judicialmente la disidencia, esclaviza a los débiles haciéndolos serviles y obedientes.
El pobre se ve obligado a acatar la autoridad de un “protector” que se ha convertido en una lacra mayor
que la que vino a remediar. Por eso impone la ley por la mera fuerza bruta, el matón de la horda (pran de los colectivos) se promociona a jefe de comuna o poblado (régulo, cacique, caudillo, padrino o capo), se erigen en gobernantes y administran el erario público, haciendo uso personal de los excedentes de la riqueza, las plusvalías, permitiéndoles adquirir bienes de prestigio, propios de su nuevo estatus, la boliburguesia.
La rapacidad es consustancial al poder. El que parte y reparte se lleva la mejor parte. Estos diez y seis años han sido una demostración de que quienes han administrado el procomún (dos billones de petrodólares) se han lucrado con el legado de sus administrados, y a poco que se prologa en el tiempo metiendo la mano en la caja, éste gobierno del pueblo, falto de democracia, se convirtió en una Cleptocracia, gobierno de los ladrones.
Al cleptócrata lo conoceréis porque desarma al pueblo y monopoliza la fuerza con el pretexto de mantener el orden público, porque seguirá ganándose a las masas mediante redistribución parcial, electorera y demagógica del producto rapiñado, amparado en la ideología que esgrime, bien sea comunismo, socialismo, liberalismo, islamismo, o castrismosocialismo siglo XXI. Esa es la verdad de lo que nos acontece, y difiero de otras opiniones de gentiles y fariseos que exponen las bondades de éste gobierno, como si vivieran en otra galaxia. Será que no sufren por las colas, las carencias, el salario
devaluado, insalubridad, inseguridad y otros tantos males que acosan a la gran mayoría de los venezolanos. Ya basta tanto engaño.
Abogo por la libertad a los presos políticos injustamente secuestrados. El voto es el castigo para los inmorales.