Las malformaciones congénitas son frecuentes en bebés que nacen en las zonas agrícolas de Quibor, Cubiro, El Tocuyo y Sanare del estado Lara, sin embargo, no existe ningún estudio científico que certifique las consecuencias para la salud de las personas que tienen contacto directo e indirecto con pesticidas.
Yeriana Bolívar, médico oftalmólogo y especialista en glaucoma clínico y quirúrgico, mencionó que este tipo de patología está asociada a una malformación durante el embarazo, en el período embrionario, mucho antes de que la misma mujer se entere que está encinta.
Si no es atendida a tiempo, bien sea a los pocos días o meses de nacido el bebé, produce una ceguera total e irreversible.
“Pueden estar asociadas o no a la herencia, con los genes recesivos. El portador masculino tiene un 25% de probabilidades de que cada hijo desarrolle el glaucoma congénito, está más asociado al varón más que la hembra”, explicó.
En Lara se asocia a la estadística mundial: un nacido con glaucoma, por cada 10 mil nacimientos normales. Durante 2008-2013 hicieron un estudio en Lara. De 48 niños, el 78% tenía afectación de los dos ojos y 22% de un solo ojo.
Testimonio
En el caso del bebé de 10 meses Kevin, sus padres, Liset Pérez y Darly González, viven en el Páramo de Cubiro, en una zona agrícola, donde el padre ha trabajado en el campo desde los 7 años, utilizando pesticidas, abonos y químicos fuertes sin ningún tipo de protección para su cuerpo.
Su primo hermano es ciego a causa de un glaucoma congénito, situación que podría ser a causa de la mutación de un gen, según explica la doctora.
“El trabajador del campo no se protege con guantes, lentes, tapabocas, y aunque no llegue a tocar los órganos fosforados, le entran por las mucosas y lo lleva hasta su casa, a su familia, a los niños”, insiste Yeriana Bolívar.
Detalló que existe una tríada característica que alerta sobre la posibilidad de un glaucoma en el recién nacido: ojos grandes, sensibilidad a la luz (fotofobia) y ojos que lloran mucho (epífora).
“Si la madre se da cuenta a tiempo hay posibilidad de salvarle la visión, que conlleva tratamiento y varias cirugías”, dijo.
Aunque este tipo de operaciones son costosas, los médicos que abordan estas patologías no cobran honorarios, y tanto clínicas como instituciones públicas colaboran al exonerar o pagar parte de lo necesario para contribuir a la curación de estos bebés que merecen una esperanza de vida.