Asimismo tenemos una clase trabajadora cuyos ingresos nada tienen que ver con la productividad del trabajo, ni con las presiones, luchas y enfrentamientos contra la clase dominante: burguesía, sino que sus beneficios (salarios, prestaciones sociales, pensiones, seguros médicos, etc) tiene que ver con su capacidad de presión sobre el Estado y éste responde dependiendo de la magnitud de la renta petrolera. En muchos casos, determinados gobiernos han aprobado beneficios a la clase trabajadora sin ningún tipo de presión previa por parte de esta clase.
En Venezuela, la lucha de clases tiene en el Estado un intermediario. A diferencia de las economías capitalistas normales, donde capital y trabajo se enfrentan en las fábricas y las calles, en nuestro país poco se han dado estas luchas, y las presiones se ejercen alrededor y contra los respectivos gobiernos. Así ha sido desde el surgimiento de los primeros sindicatos y de la Central de Trabajadores de Venezuela en 1936 y la asociación de Empresarios organizados en Fedecámaras en 1944. De esta manera, el Estado, como administrador de la máxima riqueza en el país, dependiendo de los altibajos del precio petrolero y de las presiones ejercidas por ambas clases sociales, ha satisfecho, más a una que otra parte, hasta 1998 casi siempre a favor del Capital. Pero sin que esto signifique que en la actualidad el Capital haya sido realmente trastocado.
Es con la expansión de la industria petrolera, a principios del siglo XX, cuando se produce el verdadero desarrollo de la clase obrera. A pesar de que miles de campesinos iniciaron un éxodo hacia las regiones petroleras creyendo en las posibilidades de un nuevo Dorado, lo cierto es que las condiciones de trabajo, el mal trato de las compañías petroleras extranjeras, los cinturones de miseria alrededor de las nuevas ciudades, claramente diferencias: una la que habitaban los gerentes petroleros que gozaban de todos los servicios, y la otra ciudad, la de los obreros, en las peores condiciones, hicieron que pronto surgieran las confrontaciones sociales. En este contexto se produce en 1925 la primera huelga de trabajadores petroleros, y se organiza la Asociación Nacional de Empleados (ANDE) en el Estado Zulia y luego la primera huelga nacional en 1936.
Los partidos, sindicatos y gremios modernos surgen con la renta petrolera, con la nueva mentalidad de las clases sociales emergentes. Los partidos tradicionales eran propios de la clase terrateniente y del campesinado, estos son sustituidos por la nueva clase obrera, la clase media, la burguesía insipiente, la cultura que no llegas a través de los primeros medios de comunicación. La cultura gringa trae consigo, junto a las deformadas pautas de consumo, también las nuevas formas de democracia política. En plena dictadura gomecista surge la generación del 28, en la clandestinidad los primeros partidos políticos y sindicatos al calor de la industria y la renta petrolera.
Paradójicamente, la pasividad del venezolano o su rebeldía, la estabilidad política o las insubordinaciones y golpes de Estado, han estado determinadas, en buena parte, por el petróleo. Desde la caída de Cipriano Castro (1908), en la imposición y estabilidad del régimen gomecista (1908-1935), en los derrumbamientos de los gobiernos de Medina Angarita (1945) y el de Rómulo Gallegos (1948), apoyando la dictadura perezjimenista (1948-1958), respaldando la Cuarta República (1958-1998), en el golpe de Estado del 2002 y el para petrolero del 2002-2003, han estado los intereses de quienes desde adentro y desde afuera quieren apoderarse de nuestra riqueza petrolera.