La frase: “Soy el Che Guevara y valgo más vivo que muerto” con la cual titula su libro Alberto Muller, rompe con el mito del guerrillero heroico.
El Che aconsejaba a sus guerrilleros tener siempre una bala en el directo para no dejarse capturar por el enemigo. Sin embargo, en el momento de su captura él tenía su pistola en buenas condiciones y no la accionó. Por lo que se puede interpretar la lógica existencial de que el Che prefirió jugar la carta de la vida y no la de la muerte, afirma Muller.
Las investigaciones históricas requieren siempre de una gran cantidad de fuentes, tales como cartas, diarios y entrevistas. Las fuentes consultadas fueron muchas. En realidad, fueron más de 50 autores. Pero el documento por excelencia fue el Diario del Che en Bolivia, confirma el autor.
En su libro, el autor no sólo analiza en detalle las consecuencias de aquel delirante proyecto guerrillero que estaba, desde el principio, condenado al fracaso, sino que se concentra en las circunstancias que rodearon la decisión de Fidel Castro de abandonar al Che a su suerte, al no activar ningún operativo para rescatarlo de la trampa mortal que se cerraba a su alrededor.
Es interesante comprobar en el Diario no sólo la traición de Fidel Castro sino que ésta formaba parte de un plan en el que juegan papel determinante la Unión Soviética y su marioneta boliviana Mario Monje, para el momento secretario general del Partido Comunista Boliviano.
Después de su derrota en el Congo, el Che no quiere regresar a Cuba, pero termina aceptando la propuesta de La Habana de abrir un frente guerrillero en Bolivia. En ese preciso momento de su vida el Che tiene grandes diferencias con Fidel. Se siente un cobarde por haber aceptado, en contra de su voluntad, abandonar la guerrilla congolesa y para entonces sus diferencias con la Unión Soviética y con Fidel Castro eran irreconciliables.
Con la muerte del Che nació su mito y una buena parte de la juventud comenzó a enarbolar su figura en las manifestaciones estudiantiles. Además los militares bolivianos también dieron alas al mito por la forma en que mataron al Che y le cortaron sus manos. Eso fue un desatino amoral de proporciones inconcebibles que alentaron el mito, resalta el autor.
En los últimos años, sin embargo, no han dejado de aparecer denuncias sobre los incontables crímenes que cometió en Cuba. Alberto Muller cree que algún día el mundo comprenderá que el Che no es el Santo de la Higuera sino el Verdugo de La Cabaña.
No tengo dudas, afirma Muller, que con el tiempo el Che tendrá sobre sus espaldas la memoria negativa de los fusilamientos de La Cabaña y que Fidel Castro pasará a la historia como un alumno aventajado de Stalin por sus crímenes y por la forma como se deshizo de sus adversarios, incluyendo al Che.
Los comunistas venezolanos que han llenado las oficinas públicas con retratos del Che y de Fidel durante estos años en el poder deben aceptar su desatino por intentar santificar asesinos y criminales.