Del Guaire al Turbio
Si algo sabemos los venezolanos no cegados por el mandatario saliente, es que el país está desangrado en su riqueza. Catorce años regalando, botando y desperdiciando dinero, destruyendo los medios productivos, expropiando, invadiendo, abandonando, no pueden producir sino pobreza y bastante extrema. Está de más comentar sobre esto porque los que leemos la prensa lo sabemos hasta la saciedad. Quien no lo sabe es un sector del pueblo obnubilado por un mesías de pacotilla, que lo envuelve en promesas jamás cumplidas, mucha labia y regalitos de dinero, mientras lo mata de hambre. Sarna con gusto no pica, reza un dicho que no sé de dónde sale, porque de que pica, pica, pero es aplicable a esta hambre del pueblo llano y engañado. ¿Será que ayuno con gusto no da hambre? No me lo creo, porque el ayuno voluntario por penitencia, lo es tal, porque justamente se pasa hambre, si no, ¿dónde estaría la penitencia?
A ese sector del pueblo engañado que, iluso, cuando carece de algo dice resignado: “es que él no lo sabe” y envía recados o trata de hablar con ese “él” creyendo que le va resolver sus problemas, es que va dirigida la campaña de Henrique Capriles Radonski. Hay que conquistar esos votos, porque aunque esa adhesión se ha ido sublimando como pastilla de alcanfor, aún quedan los más cieguitos. El discurso de Capriles es claro, directo, en cierta forma apolítico porque no apela a fórmulas de política barata; emotivo sin las cursilerías del otro . Me parece excelente su manera de llegar a todos. Si no, que lo diga ese arroyo creciente que lo sigue de ciudad en ciudad, pueblo en pueblo, caserío en caserío. Ya es un torrente incontenible que sobrepasará los diques para anegar el 7 de octubre.
Sin embargo, un anciano primo mío, barquisimetano, con muchos años en Caracas, presencia emblemática hasta hace poco en toda las marchas de la Oposición, con sugestivas pancartas hechas por él, que bien se ganó la simpatía de los marchantes que lo han apodado “El abuelo”, me dice lo siguiente: “Faltan en la campaña de Capriles hojas volantes con las cifras del despilfarro. Mi paisano Kotepa Delgado decía escribe que algo queda y es verdad. El papel rueda. Ese diputado Carlos Berrizbeitia lleva cuenta de todo lo que ha gastado, gasta y gastará el mandatario saliente para su provecho personal; esa es la prueba del colosal robo que le hace al país. Publicadas esas cifras en hojas volantes, repartidas de casa en casa junto con la visita de Capriles, abrirían muchos ojos”. Luego agregó que se podía pedir colaboración a los periódicos, editoriales, universidades, para que ayuden a la impresión, al menos con el papel.
Bueno, más o menos eso me dijo por teléfono para que yo lo trasmitiera a alguien protagonista en la lucha electoral. Florencio Alvarado Lugo, nonagenario, escaso de salud, ya no puede ser el popular “abuelo” de las marchas, pero sigue con sus preocupaciones y produciendo ideas. Ajena como estoy a las conexiones políticas, es decir, fuera de circulación en estos ambientes, se me ocurrió mandar un recado a alguien por persona interpuesta y extraña vía: Caracas-Madrid-Caracas, pero no confío en que ésta me haga caso. Por provectos, Florencio y yo estamos para los otros más cerca de la locura que del seguimiento. Entonces me salió lo que acabo de hacer: hablar del asunto en mi columna de este diario donde todavía me aguantan. Dios quiera que no sea un mensaje sin destino como el escrito por Mario Briceño Iragorry.
Si hay un camino, como reza la propaganda de Capriles Radonski, tiene que haber también un destino y está en nuestras manos. Sólo nosotros, los venezolanos conscientes, optimitas, decididos y voluntariosos podemos llevar a este país maltrecho a un futuro mejor. Nuestra mira inmediata es ganar a elecciones el 7 de octubre, para esto, necesitamos no sólo convencer a los timoratos, derrotistas e indecisos que deben acudir a las urnas para depositar su imprescindible voto, sino también convencernos a nosotros mismos de que ganaremos, es más, arrasaremos. Nada de cálculos pesi- mistas: que si qué va, que si las encuestas, que si prevalecerán las trampas, que si no entregarán, que si los militares… Todo eso es cierto, pero no
vamos a estar vencidos antes de tiempo. ¿Quién puede contra la férrea y activa voluntad de un pueblo que quiere sacudirse el yugo del despotis- mo, la pobreza, la inseguridad, el verbo soez y el grosero despilfarro?