Guaros de Lara recibió dos duras bofetadas a la moral en Puerto La Cruz, sí. Empezar una serie final con dos caídas por más de 20 unidades a cuestas (86-64 y 83-55), aún cuando sea un escenario inexpugnable en el que se cuentan ya 34 derrotas consecutivas, incluidas ocho en playoffs y donde no se gana desde 2005, está claro, no es el escenario ideal para nadie. En el regreso a casa, toca levantarse.
Apelar al orgullo, a la garra, el reforzar la idea de que a lo largo de la temporada se ha trabajado para mostrar un juego muy distinto al que se exhibió en esos 80 minutos, es, de seguro, aquello en lo que trabajará con mayor ahínco el cuerpo técnico que encabeza Néstor “Ché” García para retomar la entereza en la ofensiva, eliminar la ansiedad y, en esencia, labrar el camino para que, a partir de una buena defensa, se restablezca la confianza perdida.
Rachas lapidarias
El cruel guión, en este caso de terror, se repitió para los intereses de Guaros en los dos juegos. Marinos no vivió de las rachas, pero sobre ellas construyó su ruta hacia las victorias. En el primer cotejo, cuando el partido marchaba 29-25 (segundo cuarto) y Spencer falló en el intento de convertir una cesta doble, sobrevino la primera de esas rachas y con la banca en cancha, para alejarse a doble dígito (37-25).
En el tercer cuarto, sin Garret Siler por problemas de faltas, el acorazado oriental fue capaz de aplicar una segunda seguidilla, esta vez de 10-0, con la que su ventaja rebasó los 20 puntos. El nivel de su defensa, su capacidad para correr a partir de cada yerro en tiro o pérdida de Guaros, en tal condición de calor y humedad, fue ejemplar. Su banca aleccionó a la larense con un cruel 32-7. Windi Graterol y James Singleton, invertidos de su rol natural, aportaron sólo un punto cada uno.
La noche siguiente, para colmo de males, uno de los mejores amigos de Guaros, el triple, se tomó la jornada libre. El equipo falló 23 de sus 26 intentos y, tras jugar una muy buena primera mitad y ceder apenas por cuatro puntos (34-30), se permitió de nuevo otra racha negativa en el tercer cuarto con la que su rival pasó a dominar por más de 20 unidades. Sólo dos canastos de cancha en diez minutos y registro negativo con apenas seis puntos en ese parcial. De pesadilla.
La ofensiva parecía depender demasiado de que Terrell Holloway, Dewarick Spencer o James Singleton asumiesen los tiros. La presión, trampa y corte sobre Holloway, logró en algunos casos generar una pérdida y en otros que Guaros perdiese segundos valiosos y tuviese que lanzar de manera forzada en zonas de bajo porcentaje.
Además de los problemas que confrontaron Echenique, Graterol, Singleton y Bethelmy para mitigar los efectos de Siler en la zona pintada y pese al éxito que se tuvo en evitar canastos frecuentes por parte de Marcus Melvin o José “Grillito” Vargas, el equipo no logró solucionar la carrera de Gregory Vargas y Aaron Harper. Bethelmy y Rafael “Tormenta” Guevara, además, bajaron de forma dramática su cuota de puntos, fruto de la defensa rival. Así era difícil pelear.
La suma de todos esos factores ha incidido en el rostro casi irreconocible de un Guaros superado en buena parte de los aspectos de juego sí, pero que, en casa, conocida la verdadera capacidad y experiencia del núcleo criollo y los importados, está en la obligación de mejorar y presentar dura batalla, ante sus aficionados, si no quiere vivir la amargura de ver a su rival coronarse en Lara.