Retirado desde 2013 y convertido en asistente técnico de la universidad para la que jugó, en la tercera división de la NCAA (Wisconsin-Stevens Point), el alero estadounidense Brant Bailey, a sus 37 años, aún no olvida lo especial que fue el ambiente de la final de la Liga Profesional de Baloncesto (LPB) de 2005, en la que sus Guaros de Lara fueron subcampeones ante Marinos de Anzoátegui (entonces de Oriente): “La atmósfera en Lara era eléctrica”.
Su combinación con el base y escolta Marcus Hatten y el ala pívot Terrence Shannon es aún una de las más recordadas, por tratarse del único tridente capaz de poner bajo amenaza los deseos de tricampeonato de Marinos, equipo que venía de ser campeón en 2003 y 2004 y que, de la mano de Jermaine Walker, Oscar Torres y Héctor Romero, repetiría la faena en 2005. Bailey aún conserva recortes de EL IMPULSO con los textos en los que salía su foto.
“Tengo grandes recuerdos de los hermosos paisajes y la energía de los fanáticos de Venezuela. Aún conservo muchos artículos de su periódico en mi álbum”.
Cree que en 2005 había “un equipo grandioso, uno de los más balanceados, con veteranos como Carl Herrera, Diego Guevara o Pablo Machado contra Héctor Romero y Oscar Torres, e importados jóvenes como Marcus Hatten y Terrence Shannon”. En su mente queda la postal de “un Domo siempre lleno en los playoffs. Me gustaba alimentarme de las multitudes porque creo a todos nos ayudaba a jugar a un nivel más alto, más allá de nuestras habilidades”.
De todo el grupo, tiene especial afinidad por el exNBA Carl Herrera. “Me paseaba en su carro por toda clase de urbanizaciones y barrios para mostrarme cómo era la verdadera vida de la gente en las ciudades. Esa fue una experiencia que me hizo ser más humilde”. También elogia a su coach de entonces. “Néstor (Salazar) era un gran líder y un tremendo entrenador”.
A pesar de su capacidad de salto y su habilidad para aportar triples en los momentos claves, Bailey no pudo evitar que el equipo cediese en cinco juegos. “Esos juegos de playoffs fueron grandes batallas, probablemente el mejor baloncesto que yo haya jugado en gimnasio alguno hasta hoy. Pude jugar 13 años en nueve países distintos pero mis mejores recuerdos son de Suramérica. Espero volver algún día y visitarlos a todos”.
Confesó que disfrutaba mucho comer “papas, queso y los plátanos, que eran mis favoritos” y que llegó a comer en sitios de reunión con los aficionados de entonces. “Eso me honró mucho”. Aunque no ha seguido la pista a los Guaros de 2015, sí les dedicó unas palabras de peso. “Quiero desearle al actual equipo la mejor de las suertes y, con el favor de Dios, ellos podrán lograr aquello en lo que nosotros nos quedamos cortos”.
