Son muchas las personas que sueñan con tener una vivienda propia y formar un hogar. Quizás sea una de las metas principalmente del ser humano. Sin embargo, para nadie es un secreto que para lograrlo es necesario contar una solidez económica que le permita afrontar ese gasto y esa responsabilidad.
En la actualidad, vemos que la inflación ha hecho estragos y los precios, sobre todo de las viviendas, se han disparado cada vez más, lo cual reduce considerablemente las posibilidades de los venezolanos de adquirir un inmueble para iniciar su vida en familia.
Para Genny Zúñiga, socióloga e investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la insuficiencia de los ingresos es un elemento que hoy día afecta a toda la población, pero principalmente a los más jóvenes.
“Si la juventud no tiene la posibilidad de insertarse en un trabajo de calidad, percibirá un sueldo que únicamente le alcanzará para cubrir sus necesidades mínimas, y eso lo que esta ocurriendo en el país.
Si a ello le sumamos las limitaciones y las distorsiones en los costos que se manejan en el sector inmobiliario, por supuesto que es imposible comprar una vivienda. De igual forma, alquilar un inmueble tampoco es posible, porque los precios que se aprecian en el mercado son bastante altos, además, la legislación actual ha limitado un poco la oferta y la demanda de los alquileres”, dijo.
Zúñiga comentó que la situación del país ha llevado a quienes desean materializar su anhelo de constituir un hogar, a empezar a convivir con sus parejas en casa de los padres, suegros o demás familiares. En algunos casos, optan por modificar las estructuras de las viviendas, ampliar las habitaciones o construir anexos, para poder tener un poco de privacidad.
Pero son opciones que no las pueden poner en práctica todas las personas, principalmente, porque no todos los inmuebles tienen la capacidad para que se realicen cambios en su estructura. En este sentido, la pareja se ve en la obligación de habitar los espacios ya establecidos, aunque quizás ese no sea el caso más dramático.
A juicio de la entrevistada, quienes padecen mayores dificultades son las personas que construyen viviendas improvisadas, mejor conocidas como ranchos. “En dichos espacios resulta normal que convivan más de cuatro personas, incluso, no es de asombrarse que lo habiten una pareja con sus ocho hijos, son casos muy frecuentes y que además, han sido comprobados. Allí, es donde surge el fenómeno del hacinamiento.
El hecho de que muchas personas convivan un mismo espacio y que además sea reducido, incide negativamente en la dinámica familiar, porque es muy probable que surjan incomodidades, molestias y conflictos.
Zúñiga señaló que la problemática que gira en torno a la economía actual del país con relación a la escasez de alimentos y productos de aseo de higiene personal. También perjudica al entorno familiar y más aún si vive una situación crítica en la cual no se cuenta con los recursos suficientes para comprar comida que alcance para todos los miembros de la familia, pagar los servicios públicos, pasajes, entre otros gastos.
“Aunado a ello, también hay que tomar en consideración el tipo de crianza que reciben los hijos cuando conviven todos los miembros de la familia en espacios pequeños. Se da el caso de que los niños presencian discusiones, agresiones o conflictos lo cual no es sano para crecimiento y desarrollo, porque afecta su formación emocional, psicológica y social”.
“En estos momentos decirle a la gente qué pueden hacer frente a las circunstancias que atraviesa el país en diversos ámbitos es bastante complicado, no obstante, deben tener siempre presente que la educación y la constante preparación profesional, siguen siendo las formas de garantizar mayores ingresos. De igual forma, considero que el Estado debe tomar cartas en el asunto, a los fines de proporcionar bienestar y calidad de vida a los venezolanos, en pocas palabras, asumir su responsabilidad”.