Más que una obra fue una pugna con los miedos, una lucha dura, cruel y real.
De la pluma de Matthew Lombardo fue presentada en el Teatro Juares, la noche del pasado viernes 17 de agosto, la pieza teatral High (Alto en español), donde la redención y el perdón más que alivio, infundan temor, y donde el destino pareciera ser el más cruel de los compañeros.
¿Acaso la muerte es la salvación? ¿Existe esta para quienes no conocen de Dios? ¿En quién recae la culpa?
Bajo la producción de Mimí Lazo y dirección de Luis Fernández, quien también actuó como el Padre Miguel, subieron a las tablas los actores Carlota Sosa, como la Hermana Helena, y Christian McGaffney como Andy, quienes encararon un entramado drama de adicción, homosexualidad y fe, clásicos escapes del ser humano temeroso de reconocer sus fallas.
En esta historia los recuerdos son la inhumana carga que deben soportar un sacerdote con secretos, una monja con pasado y un joven de 19 años de edad, drogadicto y trabajador sexual sin futuro.
Historias reales, desnudos integrales y un lenguaje explícito hacen de la obra una pieza apta sólo para valientes que acepten verse reflejados en el espejo social.
Poderoso drama de colisiones
En una puesta en escena prolijamente cuidada y de ocurrencias simultáneas, fue representada la historia de Andy Randalf, un hijo no deseado que desde pequeño vio a su madre prostituirse para obtener dinero y satisfacer su adicción.
A los 6 años de edad formó parte del negocio, a los 10 comenzó a tener sus primeros contactos con la droga y a los 13 fue empujado por la curiosidad de sentir “plena satisfacción” y alejarse de los problemas, tal y como lo hacía su madre… se entregó por completo a las sustancias.
En estos episodios fue abusado sexualmente por un “cliente de su madre”, y luego de varios encuentros sexuales a cambio de droga, su madre descubre la situación y decide echarlo de la casa por su homosexualidad. Esta muere por sobredosis, pero Andy ya era un joven de la calle, un trabajador sexual que descubrió que “se sentía bien no necesitar de nadie”.
Seis años después se encuentra en un instituto católico de rehabilitación para personas con adicción, subsidiado por el Gobierno.
No está allí por su voluntad, sino por una sentencia legal. Se vio involucrado en el “aparente suicidio” de un joven de 14 años de edad y de no regenerarse, sería enviado a la cárcel.
Secretos de una envestidura
Allí es recibido por el padre Miguel, quien imperiosamente exige a Helena, la religiosa tratante, hacerse cargo del caso y mostrar al joven de 19 años el camino hacia la salvación.
Ella, una alcohólica en tratamiento echada de su casa, quien desde pequeña sintió celos de su hermana Teresa, víctima de esa inmoral vida que le ofrecía el peligro que tanto deseaba.
Helena no comprendía el apego del sacerdote por el muchacho, le explica que es un caso “raro”, un joven sin salvación puesto que no cree en ella, no conoce la fe.
Crudos encuentros
Helena y Andy se encuentran en varias consultas terapéuticas. Él, incrédulo y renuente no desea contar su historia, ella obstinada y mal hablada lo reta relatándole sus episodios de alcoholismo.
El caso parece irresoluble, el joven drogadicto y homosexual se niega a la rehabilitación y reprocha incontable número de veces que se encuentra allí porque de lo contrario irá a la cárcel.
La monja le cuenta al padre que es mejor referir el caso a otras instancias, pero este en su negación insiste en que ella debe resolverlo, porque además le debe un favor.
Temeraria, ella le pregunta a Miguel si acaso mantiene intimidad con el joven, este se ofende, pero siente que debe revelar su verdad.
Andy es el hijo de su hermana, muerta por sobredosis, y siente con él la obligación que no cumplió con su hermana. “Ya la perdí a ella, no lo perderé a él”.
Un segundo intento
El panorama cambia, ahora el sacerdote y la religiosa trabajan en conjunto para salvar al muchacho, hallar la fuerza y la sanación, pero prefieren mantener en secreto la situación.
Ella cambia su manera de abordarlo, sin dejar de ser tan ruda y contundente como en el principio. El joven cuenta parte de su historia, pero al llegar hasta el día de la muerte del adolescente de 14 años, decide callar.
Ella le reclama al padre por no haber contado toda la verdad, puesto que él se encontraba en la escena del crimen, interfirió en lo ocurrido. Este sólo responde que durante todos estos años lo ha ayudado, encubierto como alguna vez lo hizo con ella.
En dos ocasiones Andy regresa bajo los efectos de las drogas y es allí cuando se presentan fuertes encontronazos. Maltratos, confesiones y tropezadas oraciones triangulan los encuentros.
Ella cuenta al sacerdote que Andy ha recaído y el secreto se descubre en pleno. Todos conocían la verdad, pero Andy se sentía defraudado.
Vuelve hasta ella contrariado, en busca del refugio. La monja le habla acerca del poder de la confesión, el arrepentimiento y la redención; entre gritos y llanto él cuenta todo lo que siente.
El joven de 14 años era su pareja, drogadicto y homosexual igual a él. Sus padres habían descubierto la relación y lo enviarían lejos del país, al conocer la noticia Andy rogó para quedarse, pero este no accedió y como parte de este último encuentro decidieron narcotizarse.
Andy sabía lo que hacía, luego de la muerte del muchacho él se suicidaría, pero la sustancia no fue suficiente y por ello vive un infierno del cual se arrepiente.
Ella no supo cómo reaccionar y lo dejó sólo. Se veía reflejada en el joven, sentía la misma culpa que él, puesto que años atrás un hombre había abusado y asesinado a su hermana Teresa en su casa, mientras ella se encontraba tirada bajo los efectos del alcohol.
¿Cuál es la salvación?
“Andy no tenía la culpa de nada”, “no tuvo oportunidades en su vida”, “ya todo había sido escrito”, pensaban el sacerdote y la monja.
Una llamada anuncia que Andy fue encontrado muerto por sobredosis en un basurero de la ciudad. Miguel y Helena, entienden que esa era su salvación, su redención. Ahora el joven de seguro volaba tan “alto”, como el personaje de los cuentos que la religiosa leía a su hermana Teresa.
Para Helena no siempre la muerte es un castigo, también es redención, esa salvación de algo de lo que no se es culpable.
High, una dura prueba de fe en la cual los tres personajes se enfrentan en busca de la redención personal.
Fotos: Emanuele Sorge