Todavía, en el marco de la celebración del mes de las madres, es propicia la ocasión para seguir hablando de estos maravillosos seres humanos y de su amor por sus hijos, que es lo más parecido al amor de Dios por la humanidad. Por lo cual, hay historias en la Santa Biblia que pocos conocemos, pero, que dejan una gran enseñanza espiritual y son dignas de contar. Historias sorprendentes de madres que tuvieron una manera muy particular de demostrar el amor por sus hijos, aunque fuere después de muertos. Rizpa fue una de ellas.
Y es que un hijo para una madre es eso, su hijo. Tal vez para muchos de nosotros sea muy fácil criticar, cuestionar y juzgar el comportamiento de cualquier joven, pero para una madre su hijo, sea lo que sea, es su amor, su querencia y hasta su vida. Y nadie, tiene derecho a criticar y menos a juzgar, por cuanto somos deudores del gran amor de nuestro Padre Celestial.
Rizpa, fue una concubina del rey Saúl con quien tuvo 2 hijos. Resulta, que cuando David sube al trono es interpelado por los gabaonitas por los crímenes que Saúl cometió contra ellos. Por lo cual, David consulta a Jehová y recibe la autorización para negociar. El rey comprobó, que ardía en el corazón de esta gente, un deseo de venganza que no contemplaba indem¬nización económica ni represalias contra los israelitas, sino específicamente la ejecución pública de siete descendientes de Saúl. Supo que quedaban los dos hijos varones que tuvo con Rizpa y también cinco nietos, hijos de su hija Merab. Estos servirán muy bien los propósitos de los gabaonitas y David no demoró en entregárselos para que los gabaonitas los ejecutaran. Esta triste historia la encontramos en 2Samuel 21:1-14.
Ciertamente estos jóvenes fueron ahorcados y de acuerdo al registro bíblico, estuvieron 6 meses aproximadamente, sin ser sepultados. Una de las humillaciones más grandes que podía sufrir una persona y sus familias, era ese tipo de muerte, donde no había sepultura honrosa. Y donde los animales salvajes los desmembraban poco a poco. Esta madre estuvo junto a sus hijos día tras día, noche tras noche allí, sin permitir que las aves de rapiña hicieran estragos con sus cuerpos. Su amor de madre era tal, que estaba dispuesta a entregar su vida, a sabiendas, que “el muerto nada sabe”, pero eran sus hijos. “Entonces Rizpa hija de Aja tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el peñasco, desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche” 2Sam.21: 10. ¿Cómo les parece?
Por lo cual, avisaron a David lo que había hecho Rizpa. “Y fue dicho a David lo que hacía Rizpa hija de Aja, concubina de Saúl”2Sam.21:11. Entonces, el rey valoró su amor y su fidelidad por sus hijos y ordenó se le diera una honrosa sepultura. La actitud de esta madre y el procedimiento del rey David, solo muestran el inefable amor de Dios por los pecadores. Su bondad y su piadoso carácter. Nadie puede ver de manera tangible el amor de Dios, si nosotros, quienes nos decimos sus seguidores no lo mostramos de manera práctica. ¡Hasta el próximo martes Dios mediante.