La adicción al cigarrillo es una de las más difíciles de dejar. Impresiona tantas vidas que se pierden a consecuencia de este nocivo hábito, delante de nuestros ojos y no hacemos nada para evitarlo. Las campañas deben venir de todos lados, tanto de la sociedad, como de la familia y la escuela. Fumar es una forma de violencia hacia nosotros mismos y hacia los demás, porque nos causamos daño voluntariamente y se los causamos a los otros, involuntariamente. Quien fuma no se percata del daño que les hace a otros, a sus seres queridos. Ellos también van muriendo con él o ella, como fumadores pasivos.
Ya la calidad del aire que respiramos está comprometida con las emisiones tóxicas de los autos, de las fábricas, de la basura que queman para encima de eso, seguir contaminándolo. Fumar implica muchas acciones contrarias al cuidado del cuerpo y del ambiente. Somos responsables de eso. Es obvio que se comienza esta adicción en la adolescencia, porque no se reflexiona sobre el costo material y humano de la misma, se piensa que se puede dejar cuando lo deseemos, que controlamos la situación y resulta que no es así, que el cigarrillo o la nicotina nos controla a nosotros ya que está sumergida en lo más profundo del cerebro como un “placer” que no es tal, es un autoengaño. En este sentido, no puede resultar placentero inhalar humo caliente que daña nuestras células. El joven no razona esto antes de adquirir el hábito, lo toma para estar a la moda, para pertenecer al grupo, porque alguno de sus amigos lo hace, para demostrar que puede romper reglas. Ocurre también, cuando los padres o alguno de ellos fuman, y los hijos consideran que si él o ella lo hacen, está correcto. Sus padres deben darle el ejemplo, ese es uno negativo, pero se modela también lo negativo.
Ahora, ver morir a un padre con un padecimiento respiratorio a consecuencia del cigarrillo debe hacer reflexionar a los familiares y allegados sobre lo perjudicial que es ese hábito para la salud. Una señora me comentó -cuando estaba en una consulta médica- que si los jóvenes se dieran una visita por la sala de enfermos terminales de cáncer de pulmón en un reconocido hospital de la ciudad, bastaría esa observación para nunca intentar fumar, ni dejar que otros lo hicieran, que es tan doloroso ver a una persona morir sin poder respirar, que no se necesitaría más campaña que eliminar ese hábito.
¿Se puede dejar? Todo es posible para el ser humano. Basta proponérselo y revisar las causas, la raíz de la adicción: ¿dónde se quedó lo que me daba felicidad absoluta?, volver a la fuente de gozo para encontrarla y dejar lo que nos da placer condicionado o una falsa percepción de plenitud. Cuando soy adicto a la comida, dulces, sexo, televisión, internet, juegos, en fin, cualquier adicción, debo revisar las causas de la misma: ¿Por qué busco la felicidad en algo externo, si dentro tengo todo para sentirme bien? En nuestros corazones radica el amor, busquémoslo allí.
También debemos responsabilizarnos de ellas y el daño que le causan a terceros, porque no vivimos solos, lo hacemos en un grupo y generalmente, si le hacemos daño a nuestro cuerpo, también se lo propinamos a nuestros familiares, porque sufren por nuestra conducta. El cigarrillo no sólo causa estragos en mi cuerpo a mediano o largo plazo, sino a mis familiares y al ambiente en general. Es tan tóxico un solo cigarrillo que el cuerpo requiere de cuatro días para eliminar sus toxinas, ¿cuánto daño harán 20 cigarrillos al día? Revisar el costo económico del vicio también es importante.
Una persona fumadora puede observar el reloj, contar sólo 60 segundos. Si puede permanecer 1 minuto sin fumar, puede hacerlo durante un día. Así se percata que tiene el control, no lo ha perdido nunca. Por otro lado, cuando sienta necesidad de fumar tómese un vaso de agua y verá que también se le quitan los deseos. Por otra parte, dar una caminata al aire libre, lo relaja y le permite sentir el aire puro, también contribuye a que deje el hábito.
Apartarse del alcohol, café, refrescos, las comidas picantes y de otros fumadores, le ayuda. Revisar las causas que lo impulsan a encender un cigarrillo, y anotarlas. ¿Fumo cuando tengo una angustia?, ¿qué me causa desasosiego?, ¿fumo ya que soy inquieto y no puedo estar sin hacer algo?, entonces entreténgase pintando, modelando, limpiando algo o en cualquier actividad que le permita concentrar su atención y producir.