Para algunos el “Comandante Chávez” ha hecho de su mandato un sinfín de bendiciones que se resume en atención especial para los más necesitados, a través de las Misiones ha creado un sólido vínculo que muy difícil desvanecer, en cuanto los beneficiarios de éstas ayudas temen perderlas a sabiendas de habitar un país donde el empleo formal es extremadamente difícil.
Hace 6 años en la campaña presidencial Chávez basó la misma con el tren de los Valles del Tuy, el segundo puente sobre el Orinoco, su más de un millón de pensiones y el metro de los Teques; sin embargo, en esta campaña la exaltación de obras está ausente y tampoco hay rasgos de gestión exitosa.
Estos últimos seis años, a pesar de la impresionante cantidad de recursos manejados, Chávez se da cuenta que la única novedad es prometer lo no hecho, prometer lo que en 13 años ha brillado por su ausencia, echa el guante a una de las necesidades más sentidas de la población como son las viviendas, promete más de dos millones para los próximos seis años, básicamente con eso pretender ganar auspiciado por una impresionante campaña mediática e institucional sin precedentes en el país, es decir, la campaña electoral se basa en promesas, repetimos, aun cuando ya tiene 13 años en el poder.
Su contraparte, Henrique Capriles, ha sido un político exitoso, más allá de su curul como parlamentario nacional estuvo dos periodos como alcalde de Baruta y uno como gobernador de la difícil Miranda, terminando ésta última labor con sorprendentes número que pudo endosar hasta el momento Carlos Ocariz. Sin lugar a dudas, Chávez asimiló hace tiempo que el voto venezolano es mucho más emotivo que racional y aprovecha su empatía sin par para jugar con ella a placer, solo que el deterioro de la calidad de vida producto de la inflación, inseguridad, servicios públicos colapsados y carencia de empleo formal ya comienza a socavar lo que en un momento eran bases populares muy sólidas, mientras que a Henrique Capriles las primarias han hecho una impresionante base electoral que como mínimo tenderá a duplicarse, repetimos, como mínimo.
La cuesta arriba más empinada de Capriles es la sustitución de esperanza, sustituir la esperanza a la que se ancla Chávez y construir otra donde se amparen los venezolanos. Somos de los que creemos firmemente que Capriles debe mantenerse al margen de la diatriba que Chávez propone, es decir, de la rencilla verbal callejera, de los trapos rojos, de las provocaciones y debe proyectar su idea de proyecto de país.