Con la aparición de la teoría general de los sistemas a mediados del siglo pasado, al lado de otros factores confluyentes, ocurrieron cambios trascendentes que impactaron a la Ciencia, en general, mediante la denominada revolución paradigmática que se extendió por todo el ámbito disciplinario, traspasando los límites epistemológicos existentes entre ellas y generando una nueva manera de conocer la sociedad, sus fenómenos, el mundo de lo abstracto y lo concreto y sus diferentes modos de explicarlo. La transdiciplinaridad y la complejidad cobraban auge en una época que ya se calificaba, en medio de la incertidumbre y la falta de certezas, como posmoderna, en medio de la transición que se advertía.
La vieja concepción de la empresa, cuyo manejo descansaba en el conocimiento de los factores internos para la toma de decisiones, cedió progresivamente espacio para complementarse con los factores externos ubicados en el medio ambiente o entorno. En la medida en la cual avanzó la configuración de la “sociedad red”, la mundialización o proceso globalizador se acentuó, y con ella la visión estratégica que exigía la nueva geopolítica a los países y sus gobernantes; y a sus ciudadanos agrupados en el tercer sector o sociedad civil. Igualmente, el manejo de ambas exigía una nueva gerencia para sus instituciones u organizaciones. Se descubrió que factores políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales y de todo tipo, al lado de los grupos de presión o de interés: clientes o usuarios, competidores, proveedores, gobierno, empresas, mercados, sindicatos, comunidades, estaban interconectados entre si
De acuerdo con especialistas en el tema, para quedarnos en nuestras latitudes, no era usual que en América Latina hasta décadas recientes, la gerencia, en general, a todos los niveles, presentase síntomas de adaptarse al nuevo paradigma posburocrático, anclada como estaba en los viejos y rígidos moldes de estructuras exageradamente formalizadas y jerárquicas conformadas sobre el liderazgo autoritario que sirvió y aun sirve de base al viejo modelo de estructura organizacional.
Entre las razones que se esgrimen, una tiene que ver con la presencia, por ejemplo, en el mundo de los negocios de una característica singular: el predominio notorio de pequeñas y medianas empresas, de rasgos familiares, en dicho ámbito. No obstante, ello no justifica el desconocimiento de las novedosas herramientas relacionadas con la gerencia y planificación estratégica.
En el caso venezolano, sin género de dudas, la situación es patética. Lo evidenciamos en el análisis del entorno y la construcción de escenarios sobre la base de casos concretos mediante los cuales venimos contrastando la teoría con la práctica, desde la perspectiva con la cual abordamos aproximaciones investigativas con nuestros estudiantes en el área de postgrado del Decanato de Administración y Contaduría de la UCLA. El espectro incluye empresas regionales e instituciones públicas.
El discurso gerencial que privilegia el cambio revolucionario como base de las innovaciones y transformaciones no está en discusión. Pero la práctica, como lo planteó Peter Senge (La Quinta Disciplina), exige un proceso de “matanoia”, es decir, un cambio de mentalidad en los líderes, en todas las instancias.