Casi 700.000 brasileños indignados por el megaescándalo de corrupción en Petrobras marcharon nuevamente el domingo en Brasil contra el gobierno de Dilma Rousseff, pero fueron menos numerosos que el mes pasado.
Al menos 696.000 personas manifestaron en 208 ciudades del país, según la policía, mientras los organizadores calcularon 1,5 millones de manifestantes, informó el portal de noticias G1 de Globo.
En el centro de Sao Paulo, donde tuvo lugar la mayor protesta el 15 de marzo y también la de este domingo, había unas 275.000 personas a las 16h00, dijo la policía. Los organizadores calcularon 800.000 manifestantes, y la encuestadora Datafolha, unos 100.000.
En las protestas del mes pasado, la policía calculó unos dos millones de manifestantes en todo el país, bastante más que este domingo.
«Queremos abrir un espacio a la indignación del pueblo brasileño (…) Nuestro foco es que Dilma salga del poder con un proceso dentro de la ley. Puede ser su renuncia o un impeachment (juicio político), pero que salga», dijo Janaina Lima, portavoz del movimiento Vem Pra Rua (Ven a la calle), de 30 años, desde lo alto de un camión de sonido que avanzaba por una repleta avenida Paulista.
En Brasilia marcharon unas 25.000 manifestantes en clima festivo y familiar, entre skaters y vendedores ambulantes con carros de comida humeante. La multitud fue prácticamente la mitad que en la marcha anterior, dijo la policía militar, aunque los organizadores aseguraron que eran unos 50.000.
En Rio de Janeiro, unas 10.000 personas protestaron frente a la soleada playa de Copacabana, un tercio menos que que en marzo pasado.
«Es muy difícil sacar una multitud a las calles todos los meses. No es algo menor y la falta de liderazgo (…) lo dificulta aún más», dijo André Cesar, analista político de Brasilia.
«Entre la marcha del 15 de marzo -que fue interesante y potente- y esta de hoy, el Gobierno consiguió frenar algunas hemorragias (…). Debe estar respirando» de alivio, observó.
Como en la anterior protesta, muchos manifestantes de todo el país visten la camiseta amarilla y verde de la selección brasileña y reclaman el ‘impeachment’ de la presidenta que comenzó su segundo mandato hace poco más de tres meses.
Un sondeo de Datafolha mostró el sábado que el 63% de los más de 2.800 consultados estaba a favor de abrir un juicio político contra la presidenta por el caso Petrobras, aunque también una mayoría (64%) cree que, aún en ese caso, Rousseff tampoco sería apartada de su cargo.
Los expertos jurídicos aseguran que no hay elementos que permitan la destitución de Rousseff y ningún partido político de peso está impulsando esa vía.
«Basta de robos», «Fuera Dilma», «Fuera PT», «La culpa es de las estrellas», rezan algunas de las pancartas que recorren Brasil. Hay grupos de extrema derecha que reclaman una intervención militar, tal como ocurrió en las protestas del 15 de marzo.