Según la Memoria del Secretario de Estado Lara, 1897, esta escuela con el nombre de la mística española Teresa de Avila, era exclusiva para niñas y asistían 40 que cursaban las asignaturas Gramática castellana, Aritmética razonada, Geografía general, Religión, Moral, Historia sagrada, Lectura y escritura, Tejidos y labores, Obras de mano, Lectura explicada, Escritura al dictado; un pensum que estaba dirigido a mantener a la mujer en un lugar subordinado en la sociedad. Ello se desprende de la obligatoriedad de algunas asignaturas, pues la de Tejidos estaba siendo cursada por todas las niñas, en Obras de mano otras 22, y apenas ocho en Gramática castellana y ocho en Aritmética razonada. La directora de este colegio particular en 1897 era Carmen A. de Alvarez, quien informó que el aprovechamiento de todas era “bastante” y la conducta “buena”. Este instituto, fue fundado en tiempos de Guzmán Blanco, 1º de enero de 1880, elevado a la categoría de Colegio el 1º de enero de 1896, bajo la dirección de Francisca C. de Márquez.
Todo parece indicar que era un colegio para las niñas del “patriciado caroreño”, clase social excluyente y con rasgos de casta que dominó la sociedad caroreña a fines del siglo XIX. Esta afirmación la inferimos al mirar con detenimiento los apellidos de las 30 cursantes en 1897, veamos: Celina, Lucía, y Rosario Alvarez (apellido de Castilla); Rosario A., Dolores, Josefa A., Carmen y Teresa Oropeza (apellido canario), Josefa Arapé, Hermelinda Crespo, Zoila Curiel Mármol (apellidos judíos), Carmen Delepianis (apellido italiano), Adela y Carolina Domínguez, Providencia Franco, Hortensia y Presentación Meléndez, Eva y Petra Perera (apellido canario), Adela y María Riera (apellido catalán), Berenice Santeliz, Amelia, Enma, María, y Octavia Silva, Ninfa Vargas, Elena y Sacramento Zubillaga (apellido vasco), y finalmente Corina Herrera (apellido canario).
Las materias de enseñanza en 1897 eran: Primer año: Lectura, Escritura, Urbanidad, Religión, Tejidos y bordados. Segundo año: Aritmética razonada, Geografía de Venezuela, Geografía universal y Gramática castellana. Tercer año: Idioma francés, Historia universal, Historia natural, Cosmografía y Nociones de geometría. Este currículo tenía una intención velada: mantener a la mujer como “segundo sexo” (la expresión es de Simone de Beauvoir), destinada a atender el hogar, los niños y hacer feliz a su marido. Es lo que en el siglo XXI llamamos “currículo oculto”. No tenían esas niñas ningún acceso a la educación secundaria que se iba a abrir en 1890 con el Colegio La Esperanza dirigido por el Dr. Ramón Pompilio Oropeza, instituto que con el nombre de Colegio Federal se abriría al bello sexo en 1931, ni mucho menos hacer vida social en el Club Recreativo Torres, corporación que fundara el Dr. José María Riera en 1898 y que permitió, finalmente, entrar a sus salones a las féminas y a los niños en 1945.
Como hemos podido observar, la educación para la mujer dejaba mucho que desear en la Venezuela del siglo XIX, y más aún en la recoleta Carora, dominada por una mentalidad religiosa conservadora, en la que la llamada “razón patriarcal”, contenida en los textos sagrados, hacía de la mujer una fuente de pecado que debía ser controlada a cualquier precio. Después de todo el Génesis bíblico dice que Adán cometió pecado por insinuación de Eva. Era Carora una sociedad “androcéntrica”, temerosa de Dios y de la condenación eterna en las pailas del infierno. En consecuencia debe de esta manera comprenderse el aparato escolar y las nociones e ideas que allí se trasmitieron.
Sin embargo sería mezquino no destacar que el positivismo se observa allí con cierta timidez en lo que se refiere a la enseñanza de la lengua francesa y de algunas asignaturas de las ciencias naturales. Dos discursos, el cristiano y el positivo, que se complementan en el espacio escolar.