“Es importante que todos los que estamos involucrados en el negocio de la carne nos reunamos sin echarnos la culpa los unos a los otros, para que se encuentre una solución al problema que estamos confrontando”.
De esa manera se expresó Venancio Peña, uno de los expendedores de carne que opera en el mercado de La Carucieña, donde tienen cerca de un mes sin expender ese alimento.
En el establecimiento funcionan 17 expendedores de carne de res o de pollo, pero los refrigeradores permanecen vacíos pues no están dispuestos a trabajar a pérdida ya que desde el Gobierno Nacional les fijan unos precios que nadie puede cumplir.
Ganaderos, distribuidores y expendedores al detal han venido exigiendo una sincerización de los precios pues argumentan que los fijados oficialmente les origian pérdidas.
“Tenemos que reunirnos todos los que tenemos que ver con el negocio. Nosotros queremos trabajar; tenemos casi un mes sin hacer nada porque no podemos recibir la carne de res a esos precios, e igual pasa con los pollos, porque los avicultores dicen que tampoco le resultan esos precios de la regulación”, indicó Peña.
Juan Orlando Camacaro, regidor del mercado La Carucieña, también está de acuerdo en que debe haber más interés en buscarle una solución al problema para que la comercialización de ese producto tan indispensable en la dieta del venezolano vuelva a la normalidad.
“Deben reunirse todos, ganaderos, distribuidores, comerciantes detallistas, Superintendencia de Precios, todo el que tenga que ver con el tema, hablar y fijar las medidas que no afecten a nadie, tampoco al consumidor”, enfatizó Camacaro.
Los carniceros de La Carucieña, como los de San Juan, Terepaima, Bella Vista y los de toda la ciudad, estaban este lunes pendientes de las gestiones adelantadas por directivos de la Asociación de Frigoríficos y Carnicerías, (Asofrica), para asegurar el suministro de carne regulada en fecha próxima.
Mientras en los mercados las refrigeradoras para la carne permanecen vacías, en varias carnicerías de Barquisimeto se encontraban algunas piezas, aunque no a los precios fijados por el Sundee sino superiores, en algunos sitios por encima de los 400 bolívares el kilo.