Las situaciones de violencia, polarización, ausencia de Estado de Derecho, indefensión y apatía presentes en la sociedad venezolana actual, son el reflejo de un guión de guerra psicológica aplicado por el régimen chavista desde sus inicios.
Así lo afirmó el exmagistrado y profesor de la Universidad Central de Venezuela, Juan Carlos Apitz, quien sostuvo que estas circunstancias, así como el discurso oficial, están enmarcados en plan político.
«Estamos en guerra y es bueno que ya lo asumamos conscientemente. No la guerra con ametralladoras. La verdadera guerra a la cual estamos sometidos es la guerra psicológica que ha desarrollado este Gobierno desde sus inicios para dominar y controlar a la sociedad venezolana», expresó.
Así lo señaló el jurista en el marco de un foro realizado en la UCV para discutir las amenazas que enfrentan hoy los abogados en el ejercicio de su profesión.
Consideró que las detenciones de colegas como Tadeo Arriechi (de la cadena Día a Día), Marcelo Crovato (del Foro Penal Venezolano) y persecución a otros más, obedecen al mismo contexto.
En este sentido, Apitz se refirió a métodos documentados y estudiados que han sido implementados en otros contextos históricos y geográficos, tal como el Manual de Operaciones Psicológicas del Ejército Norteamericano y las estrategias empleadas por la Stasi u órgano de inteligencia de la Alemania Nazi.
Enfatizó que Venezuela no es ajena a ese conocimiento, pues las técnicas foráneas fueron adaptadas al contexto nacional, que queda objetivamente plasmado en el documento oficial.
«Cuando uno lee el Manual de Guerrillas y Contraguerrillas del Ejército venezolano, publicado en el año 2006, uno se da cuenta de que el guión que han seguido todos estos años es de guerra psicológica», afirmó.
Específicamente, señaló el Capítulo XII «Las operaciones psicológicas, las de acción cívica militar y las de organización de la población civil».
Manifestaciones
«De acuerdo con la literatura citada -explicó el abogado- la guerra psicológica tiene dos objetivos: uno ofensivo, que es suscitar consciente o inconscientemente en el enemigo un clima mental de derrota inevitable, con el fin de debilitarlo, y hacerles pasar por todas las etapas del miedo».
El segundo objetivo, el defensivo, pasa por propiciar en los factores considerados como aliados un sentimiento de victoria, fomentando la rabia y una conciencia de invencibilidad, acotó Apitz.
«Por un lado tenemos a sector sumido en depresión, derrotismo, apatía, frustración, desmovilización y miedo, y en la otra acera a otro cargado de agresión, rabia y exaltación.
¿Cómo se refleja esto en nuestra realidad? En casos como el asesinato de Kluivert Roa por parte de un funcionario de la Policía Nacional», señaló.
«Antes de llegar al estado ideal de rabia, que se llama «elación», entre los factores aliados se exacerba el resentimiento, enojo, cólera y agresividad, acompañado de un sentimiento de seguridad, autoconfianza y conciencia en que se defienden fines superiores.
Eso explica por qué un policía que mata a un menor de 14 años dice en su declaración fiscal que lo hizo para proteger el legado del comandante, según se filtró», manifestó el ex magistrado.
Control total
Otros indicadores que, de acuerdo con Apitz, confirman la aplicación de un esquema de guerra psicológica es que se cumplen circunstancias que constituyen requisitos.
«Estudio y conocimiento profundo de la psicología individual y colectiva del enemigo; es por eso que este gobierno tiene como punta de laza a empresas como Interlace, que hacen permanentemente estudios de opinión.
Luego, control absoluto y sin fisuras de los medios de comunicación y el uso de campañas de desinformación; ello explica, por ejemplo, por qué cerraron RCTV y por qué hay todo un piso en PDVSA dedicado al estudio de las redes sociales», advirtió el abogado.
También explica los enfrentamientos con los grupos económicos, religiosos, y geopolíticos en función de una ideología, así como la estrategia de imputar al contrario por los actos propios, agregó Apitz.
«También sufren un desajuste los instintos humanos entre los ciudadanos y su vida afectiva, básicamente los de conservación, reproducción y socialización. Se alteran los vínculos familiares, las amistades se interrumpen y nadie confía en nadie», acotó.
