El respecto escribió Polanco Martínez, aunque lamentablemente no precisa la fecha de la prohibición:
“Muy desde el principio había quedado prohibida en Tierra Firme la destilación y venta de la popular bebida alcohólica, no por medida de higiene pública, sino por habérsele concedido un monopolio en la materia a los comerciantes de las Islas Canarias, de cuya procedencia era todo el aguardiente y la mayor parte del vino que se consumía por acá. Dichos licores isleños gozaban, además, de una rebaja de 5% en los derechos de almojarifazgo…”
Agrega Polanco que el aguardiente canario era hecho de uvas mientras que el criollo, o “aguardiente de la tierra”, se sacaba de la caña de azúcar y gozaba de la mayor aceptación de los consumidores venezolanos”. (Polanco, op. cit., I, p. 317)
Como parte de este privilegio del comercio canario, en 1703 llegaron a Venezuela, procedentes de las islas Canarias dos barcos con 137 pipas de aguardiente y 173 de vino de las cuales, seguramente se exportaron a Santo Domingo dos de aguardiente y cuatro de vino (Arcila Farías, 1973, I, p.215)
En varios números del “Boletín del Archivo General de la Nación” se encuentra información de esta importación de aguardientes extranjeros en fechas que van de 1723 a 1817. Las anotamos en orden cronológico:
1.- 07.04.1723. De Barbados, 765 frascos de aguardiente.
2.- 27.07.1723. De Curazao, 4 frasqueras de aguardiente
3.- 07.08.1723. De Curazao, 86 frasqueras de aguardiente
4.- 09.09.1723. De Curazao, 22 frasqueras de aguardiente.
5.- 05.12.1723. Simón de Fuentes pagó 28.506 maravedíes de almojarifazgo por entrada a Cumaná de diversas mercancías, incluidas 45 frasqueras de aguardiente.
6.- 13.12.1723. De Curazao, 3 pipas de aguardiente
7.- 01.04.1789. En la Sección Intendencia y Real Hacienda, tomo LVI, N° 98, folio 275, se encuentra un índice de la representación que sobre la introducción en Cumaná de aguardiente de las colonias extranjeras, dirige la Junta Superior de Real Hacienda al Excm. Sr. D. Francisco de Saavedra y documentos relativos al asunto.
8.- 04.03.1817. En la sección Reales Ordenes, AGN, tomo XIX, folio 37 se encuentra una concesión otorgada en Madrid “a Don Basilio Bayón, Capitán de Reales Guardias Españolas”, con “permiso para despachar desde Santander u otro puesto habilitado a los de Veracruz y La Guaira, 300 toneladas de vinos, aguardientes y demás efectos españoles”.
Estas 8 informaciones son una muestra de la importante actividad importadora de la provincia de Venezuela de aguardientes extranjeros que, como lo pruebe la documentación relacionada, si en un principio la protegió en detrimento de la destilación de “aguardientes de la tierra”, posteriormente derivó hacia la prohibición en razón de proteger la producción nacional de la cual, con los impuestos debidos, harían entrar al fisco real, ingresos seguramente mayores que los del almojarifazgo.
Volviendo atrás, la protección a los licores canarios y la persecución contra los “aguardientes de la tierra” más bien fomentaron su producción clandestina. Así lo registra Arcila:
“La elaboración clandestina [para las primeras décadas del siglo XVIII], de aguardiente en la provincia aumentó con prejuicio de las Rentas. En la Guaira se fabricaba un aguardiente de caña llamado tabire, que se hacía en alambiques clandestinos, y cuyo empleo se generalizó tanto que llegó a extinguir casi totalmente el trato con la Nueva Andalucía, pues eludía el pago de los derechos de introducción, fletes, alcabalas y otros impuestos, lo que permitía venderlo a precio muy bajo” (Arcila, op.cit., I, p. 220)