La escasez continúa generando estragos en las finanzas de los hogares. Cada vez con más frecuencia, las amas de casa acuden al mercado informal para surtir sus alacenas de aquellos productos de primera necesidad desaparecidos.
Los criterios son múltiples. Si bien hay quienes se hacen de la “vista gorda”, otros grupos de la sociedad refieren que las colas para la adquisición de productos en los supermercados son causadas por el alarmismo de algunos ciudadanos, a quienes han tachado de “acumuladores”, y los “bachaqueros”, que a través de la reventa obtienen ganancias por encima del precio fijado para su comercialización.
Semanas atrás el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), presentó el cálculo de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF) para el mes de febrero.
Entre varios detalles, apuntaron que 17 de los 58 productos alimenticios presentaron problemas de escasez, lo que representaría 29,3% de la lista.
Estos productos son: leche en polvo, sardina regulada, pollo, mayonesa, carne de res, margarina, azúcar, pernil, aceite de maíz, queso blanco duro, lentejas, arroz, harina de trigo, pasta regulada, harina de maíz, café y queso amarillo.
Pero, ¿por qué presentan escasez? Algunos productores venezolanos se han pronunciado al respecto y señalan que el control de precios ha asfixiado sus gremios.
En su mayoría, comentan que los precios impuestos para la venta no concuerdan con la estructura de costos, sumado a que con la limitación en la asignación de divisas, se ven limitados a importar semillas, repuestos para sus maquinarias y otros.
Señalan que las políticas de desestímulo de la producción nacional y el hiperestímulo de la importación han devastado la economía del país, generando así escasez.
Azúcar: Sin maquinarias ni precio justo
Edgar Contreras, gerente de la Sociedad de Cañicultores de los Distritos Occidentales, refirió que la razón principal de la baja en la producción de la caña de azúcar es que no se han sincerado los precios.
“Generalmente, cuando realizan un ajuste en el precios, estos quedan rezagados de la realidad, por lo cual deben acudir al subsidio, pero esa no es la solución”.
Sostuvo que previo al reciente ajuste percibían Bs. 9 por kilogramo y por tanto, Bs. 9.000 por tonelada.
El precio fue elevado hasta Bs. 12, por lo cual quedaría Bs 10 rezagados, lo que se traduce en Bs. 10.000 menos por tonelada. En opinión del sector, lo justo sería Bs. 22 por kilogramos
A esto agregó que ante la falta de estímulo, muchos agricultores han migrado a otros rubros, de beneficio inmediato (la caña de azúcar se debe esperar 12 meses), por lo cual en Venezuela sólo se produce el 20% de la azúcar que se consume en el país. Agregó que cada vez es menor la superficie de caña.
Es este sentido, Contreras desestima que en 2015 la producción supere las 400 mil toneladas de azúcar, mientras que el consumo nacional es de 1 millón 200 mil toneladas.
A pesar del saldo negativo es probable que entre 500 y 600 toneladas de caña de azúcar no sean cosechadas por falta de maquinarias operativas, a causa de los problemas en asignación de divisas para la importación de repuestos.
Agregó que tampoco hallan insecticidas, pesticidas y fertilizantes.
Carne: Imposible vender al precio fijado
Domingo Hernández, tesorero de la Asociación de Frigoríficos y Carniceros de Lara (Asofrica), sostiene que el precio normado por el Gobierno, el cual no distingue entre cortes parrilleros (solomo de cuerito, solomo o punta trasera) y los regulares, es la principal limitante para su gremio.
Tajantemente dice que “no hay carne” y es que les resulta “imposible” comercializarla a Bs. 220, Precio Justo establecido por el Gobierno, ya que a ese mismo valor se las venden los mayoristas, quienes debieran comercializarla en Bs. 135.
Explica que los mayoristas no la venden al precio estipulado por falta de regulación y por lo elevado de los costos de cría.
Hernández comenta que no existe margen de ganancia, sumado a que tras comprar la res muerta deben sufragar una serie de gastos técnicos y operativos, además de comerciales, lo cual los obligaría a vender al doble de este valor.
Señala que en el proceso de corte pierden aproximadamente 60 kilogramos del peso adquirido, entre hueso y pellejo, por lo cual sólo obtendrían pérdidas en caso de intentar sumarse a la propuesta del gobierno, que en sí misma en inviable.
Hernández sostiene que no habrá carne en mostradores hasta tanto no se sinceren los precios, ya que no se arriesgarán para luego ser fiscalizados y multados.
La multa oscila entre las 25 mil y 50 mil Unidades Tributarias (UT), según comentó.
Café: La culpa no ha sido de la roya
Maximiliano Pérez, presidente de la Asociación Nacional de Caficultores, calificó la devastación del sector como inmisericorde y refirió que esta ha tenido consecuencias no sólo económicas, sino también ambientales y sociales, ya que se ha destruido la producción del rubro en 16 estados del país, como consecuencia de la fijación de un “precio vil”, que no estimula la producción y que es diez veces menor que el precio internacional.
Indicó que la actual ausencia del café no se debe sólo a la roya (enfermedad), que además no han atacado de manera adecuada por falta de los químicos necesarios, sino también a la adopción de políticas erradas.
El caficultor explicó que el quintal del grano se comercializa internacionalmente en $200, lo que multiplicado a un valor de dólar Simadi promedio, podría traducirse en Bs. 36.000, precio muy por encima a los Bs. 3.454 en que se reconoce el quintal criollo natural.
Señaló que el actual Gobierno “acabó con todos los niveles de producción y comercialización de café”, ya que también expropió las principales torrefactoras de la historia venezolana: Café Madrid y Fama de América.
Prueba de ello también es que según cifras de 1998 del Fondo Nacional de Café (Foncafé), Venezuela generaba 24 millones 500 mil jornales de café por año y producía 950 mil quintales (600 mil de estos eran exportados). Sin embargo, se calcula que el presente año se deba importar no menos de 1 millón de quintales.
En este sentido, sostuvo que con la importación, o trueque de petróleo por el grano sólo se estimula la economía de otras naciones.
Asimismo, puntualizó que recuperar el sector será complejo, ya que al no poder cubrir los costos de producción, miles de familia caficultoras se mudaron hacia las franjas marginales de las ciudades, donde al menos tienen garantizada la atención médica y educación. Hacer que estos regresen, a su juicio, es poco probable.
Leche: Desviada al sector informal
Rodrigo Agudo, especialista en el sector agroalimentario, comentó que la principal causa de escasez, en todos los rubros, ha sido la implementación de políticas erradas, basadas en una economía rentista petrolera.
“En función de dicha premisa se ha desetimulado la inversión del sector primario y generado desconfianza desde múltiples escenarios, agravados por las políticas de agresión al productor”.
A esto sumó que el crecimiento de la producción nacional se mantiene por debajo del crecimiento poblacional, por tanto el per cápita lácteo disminuye a escala nacional.
La producción interanual de leche crece en 1% y la población 1,5%, por lo cual resulta imposible responder de manera oportuna a la demanda.
Comentó que a pesar de que las cifras del gobierno reflejan una producción lechera de 2.700 millones de litros, esta no es superior a los 1.670 millones.
La demanda nacional es próxima a los 4 millones de litros, por lo que probablemente deban importar el equivalente a 2.200 millones de litros de leche.
Es de destacar que entre el 80% y 85% de la leche producida en el país es destinada a los sectores informales de producción de queso, debido a que estos no están sometidos a controles sanitarios ni de precios, por lo que resulta aún más rentable.
Agregó que a la presión de la demanda se suman los compromisos de la importación, que al no poder sostenerlos, luego de un apartado productivo devastado, generan escasez del producto.
En este sentido, explicó que la oferta interna de leche pasteurizada y queso blanco seguirá disminuyendo con respecto al crecimiento de la población, mientras que no se cambien las políticas económicas y restablezca la confianza en los sectores.
En su opinión existe una presión en la oferta por encima de los índices normales. Mientras no se restablezca la producción y confianza en los mismos consumidores, la ansiedad continuará.
A su juicio la solución sería fomentar un gran acuerdo nacional, entre el gobierno y el sector privado, ya que el gobierno, por cuenta propia no solventará la crisis.