Muchos temas que comentar. La reacción del gobierno contra quienes se niegan a estampar su rúbrica en la carta dirigida a Obama pidiéndole la derogatoriadel decreto donde se congelan cuentas bancarias y bienes en USA, de varios funcionarios venezolanos y se declara a Venezuela (léase gobierno) como amenaza a la seguridad de aquel país. Típica actitud que suma otra demostración de intolerancia del régimen venezolano contra quienes no pensamos como ellos; las contundentes y valientes declaraciones del arzobispo de Barquisimeto sobre ese decreto de Obama; la enigmática carta a Obama del gobernador Falcón sobre el mismo tema; la tragedia del avión en los Alpes franceses; el paso de la escasez al desabastecimiento total de bienes; la inflación indetenible; la saña gubernamental contra los presos políticos; las vergonzosas cuentas de funcionarios públicos venezolanos de alto rango en los bancos suizos, en Madrid y en Andorra; la Cumbre de las Américas y muchos temas más. Pero estamos en Semana Santa y detengo mis reflexiones en la pasión, muerte y resurrección de Jesús, entre otras cosas porque reflexionar sobre este tema serena el ánimo, a veces encrespado,precisamente, por los acontecimientos señalados arriba.
Los diálogos teológicos interreligiosos, se han visto dificultados por la concepción cristiana de Dios. Dice la fe católica que Dios es amor. Sin embargo, muchas religiones discrepan por cuanto ven a Dios como un ser enfurecido, vengador y sin misericordia. Dice una de las plegarias eucarísticas que por este tiempo se reza en los templos católicos: “A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado. Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busque.” Por eso Dios se hace niño, perdona y finalmente padece, muere y resucita. No cabe en la mente de un islamita, de un budista e incluso de un judío, que Dios, Creador, Ser infinitamente poderoso, eterno y Señor de la historia y del universo, perdone a quien le haya ofendido y mucho menos muera para redimir la ofensa infringida contra él mismo.
Pero así fue, eso no tiene otra explicación que el amor infinito de Dios al ser humano, el amor es la fuerza motora de la fe cristiana. El ser humano posee a la vez un elemento espiritual y un elemento material, por lo que pertenece a dos mundos, eso está a la vista, ningún otro ser creado goza de los atributos del ser humano, donados por Dios en un acto infinito de amor, pero el hombre desobedeció a Dios y éste lejos de condenarlo eternamente, “ha tendido la mano a todos”, para reconciliarnos en su amor.Eso conmemoramos en Semana Santa, el derroche inmenso de amor de un Dios que nos redime. Busquemos tiempo para agradecer el perdón más grande de la historia humana.