La hegemonía política del partido del presidente Evo Morales estaba a prueba el domingo, en elecciones para gobernadores y alcaldes en todo el país.
La jornada electoral transcurría tranquila en todo el país, según informes de varias autoridades. No había transporte y los mercados estaban cerrados. La ley obliga a suspender toda actividad para facilitar el voto que en Bolivia es obligatorio y la única ceremonia permitida fue la misa católica de Domingo de Ramos.
Se elegirán nueve gobernadores, más de 300 alcaldes y otras autoridades locales en unos comicios en los que la reducida y fragmentada oposición podría recuperar terreno y arrebatar importantes plazas al oficialismo, seis meses después de la relección de Morales para un tercer período por 61% de los votos, según las encuestas preelectorales.
Disputas internas, denuncias de corrupción y mala gestión han debilitado la imagen del partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), que tiene el control de la mayoría de gobernaciones y alcaldías del país.
«Tengo mucha confianza; este gobierno es de los movimientos sociales (sindicatos y organizaciones indígenas) y no creo que este domingo acabe ese reinado», dijo el mandatario a la prensa tras emitir su voto en la región cocalera de Chapare en el centro del país donde está registrado como elector.