Cada año, cada mes, cada semana y cada día que transcurre en nuestra accidentada historia contemporánea, los herederos del presidente Chávez se empantana en un sistema de corrupción sin precedente alguno, y como en un tremedal de inmoralidades se hunden irremediablemente, del que sólo se salvarán los ingenuos votantes y los disidentes que creyeron en un cambio pregonado por el discurso altisonante del comandante ¨supremo¨, y que han comenzado a abandonar a los cómplices del engaño ante el increíble desnudo en que los dejan las corruptelas que salen a la luz pública, a escala internacional.
Aunque son muchas las investigaciones y su correlativa denuncia que han realizado numerosos periodistas y medios de comunicación, sobre casos de corrupción que han cometido altos funcionarios públicos amparados en la indiferencia o complicidad de los Poderes Públicos, lo que se ha descubierto en los bancos de Andorra, Madrid, Panamá y Estados Unidos, unido a lo que han denunciado ex –altos funcionarios y otros disidentes del chavomadurismo, como el saqueo a la nación a través de Cadivi, por empresarios de maletín, sin responsable alguno, colma los extremos de la corrupción.
Si para algunos esto no fuese suficiente para condenar a altos funcionarios del gobierno de madurocabellismo, en el Senado del Congreso de los Estados Unidos acaban de denunciar supuestos nexos y complicidad de algunos militares y civiles que constituyen la cúpula gubernamental, con el terrorismo, el narcotráfico y el lavado de dinero, que ponen en peligro la seguridad del mundo democrático. Y todo indica que las investigaciones continuarán y las sanciones se extenderán hacia todos los funcionarios que aparezcan vinculados al crimen organizado en perjuicio de la sociedad democrática universal.
Transcurrido ya 15 años de un ejercicio de gobierno entre promesas para unos y amenazas para otros, entre pasos atrás y luego adelante según los indicadores del dogmatismo estalinista, el país ha comenzado a evaluar a Nicolás Maduro, más por los resultados de su gestión administrativa, que por su verbo violento y mentiroso, cada vez menos convincente. Más del 80% de los venezolanos piensa que la crisis económica y social que viven los venezolanos es responsabilidad de Maduro y sus colaboradores, y además el Presidente no tiene capacidad para resolver dicha crisis.
La mayoría de los pobres, a quienes el difunto logró sacar del clóset, siguen siendo pobres, con la excepción de los que Dietrich, el creador del socialismo del siglo XXI y antiguo asesor ideológico, ha señalado como la boliburguesía que surgió al amparo de la corrupción, y que constituye una burla a ese pueblo que creyó en las promesas de cambio.
Y el otro sector de los venezolanos que temió la llegada del comunismo y por lo tanto la confiscación de sus propiedades, ha sufrido los embates de la arbitrariedad y del militarismo, que desde el poder que hoy ejerce Nicolás Maduro, para obligarlos a vender sus bienes personales, para fortalecer un Estado capitalista y la nueva oligarquía del dinero formada por amigos y partidarios del Presidente, que se burlan del socialismo del siglo XXI que les permite enriquecerse rápida e ilegalmente.
Entre los pobres de siempre y los nuevos ricos, el discurso de Maduro se desvanece por fantasioso y demagógico. Los primeros lo abandonan cuando perciben que no les alcanzan las ayudas cuando les llegan, o los sueldos y salarios que se los traga la inflación. Los segundos, los boliburgueses, alistan sus maletas, aunque algunos ya están en el exterior tratando de disfrutar su riqueza mal habida, hasta que los descubra justicia internacional que puede actuar contra delitos que no prescriben.