En 7 de Octubre, una populosa ocupación en el municipio Palavecino, no pierden las esperanzas de vivir con dignidad.
Y es que desde hace cinco años, comenzó el resguardo de un gran lote de terreno limítrofe con un tramo de la avenida El Placer y otra ocupación denominada Villa Esperanza.
Luego de esperar dos años por el Instituto Nacional de Tierras Urbanas INTI, la necesidad los obligó a habitar el solar a sabiendas del drama de los inexistentes servicios públicos.
Yusmely Guédez y Ambar Domínguez, jóvenes madres de familia que habitan en 7 de Octubre, narraron los padecimientos que deben soportar tras el sueño de una vivienda digna para su familia.
Precisaron que 394 familias viven en dos calles principales, tres transversales y seis laterales, pero todos, viven en ranchos deplorables de lata, cartón, acerolit, madera y bolsas, otros solo han podido plantar una carpa en la parcela asignada de siete metros por dieciséis.
Adolecen de servicios
La insalubridad se respira a leguas, pues en 7 de Octubre no hay agua por tubería.
El líquido lo sustraen de una toma que generosamente les cedió la comunidad vecina, pero la manguera no alcanza para todos, lo que obliga a más de la mitad, a conformarse con una pipa que llenan a fuerza de tobo, traslado agotador que realizan a diario.
“Obvio que no tenemos baños”, recalcaron, solo unos cuantos han podido sufragar el costo que acarrea la construcción de un pozo séptico, el resto hace sus necesidades en bolsas plásticas que luego desechan en el matorral.
Las calles polvorientas y maltratadas de la comunidad las surcan canales de aguas negras, al tiempo que los niños juegan desprevenidos y felices en medio de tanta calamidad sin advertir el peligro que se cierne.
En la más cruel penumbra
Ambar comenta que tienen tres años en 7 de Octubre viviendo sin electricidad.
“Algunos tienen una planta eléctrica, pero son contados con los dedos y sobran”, dice entristecida.
Las noches son largas y oscuras, y ya ni la avenida El Placer arroja su resplandor sobre la comunidad porque tiene once meses sin luz.
Las familias se alumbran con velas o potes de tierra con gasoil, mientras otros se encierran en el caluroso rancho para resguardarse un poco del enjambre de zancudos que inicia su embestida pasadas las seis de la tarde hasta las seis de la mañana.
Así transcurren las noches en 7 de octubre, mientras que los días asoleados son una bendición, porque en invierno, el lugar es impenetrable.
No hay garantía
El ingeniero Vladimir Silva, coordinador del Ministerio de Hábitat y Vivienda en Lara, visitó 7 de Octubre hace 15 días para manifestar la disponibilidad de recursos para la construcción de apartamentos en el lugar, enfatizando que el único requisito era que las casi 400 familias debían desalojar el predio “pero no nos garantizó que todos entraríamos en la lista”, relató Greidys González, agregando que el funcionario volvería el pasado viernes, pero faltó a su palabra.
La comunidad, pese a no estar de acuerdo con la propuesta, esperó impaciente al titular del Ministerio de Hábitat y Vivienda, porque existe un proyecto de sustitución de ranchos por vivienda que bien podría ejecutarse en 7 de Octubre.