Un total de 137 personas murieron y 345 resultaron heridas en cuatro ataques con explosivos en dos mezquitas controladas por los rebeldes en Saná, la capital yemení, informó el viernes una red de televisión de los rebeldes chiíes en Yemen.
La televisora Al Masirah informó la nueva cifra de muertos horas después de los atentados, la ola de violencia más fuerte que golpea a este país.
Tres terroristas suicidas atacaron el viernes mezquitas repletas de fieles. Los atentados son los primeros a gran escala contra mezquitas frecuentadas tanto por musulmanes chiíes como suníes.
Los ataques tuvieron como blanco dos mezquitas controladas por rebeldes chiíes: la de Badr, en el sur de Saná, y la de al-Hashoosh, en la parte norte de la capital.
Un grupo que dijo ser una rama yemení del grupo Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad de los atentados suicidas. El grupo publicó una declaración en línea diciendo que cinco atacantes suicidas llevaron a cabo lo que describió como una «operación bendita» contra las «madrigueras de los chiíes».
La adjudicación no pudo ser confirmada de inmediato de forma independiente y no ofreció ninguna prueba del papel de Estado Islámico. Fue publicada en la misma página web en la que una organización afiliada a Estado Islámico en Libia se atribuyó la responsabilidad por el ataque mortífero del miércoles en un museo en Túnez.
Los rebeldes hutíes son enemigos jurados de la poderosa rama yemení de Al Qaeda, considerada por Washington la más peligrosa de las afiliadas a la organización terrorista. Partidarios del rival Estado Islámico en Yemen celebraron los atentados en Twitter.
Según Al Masirah, el ataque ocurrió durante las oraciones del mediodía, tradicionalmente la hora de más concurrencia en la semana. Dijo que los hospitales estaban solicitando donaciones urgentes de sangre.
Testigos dijeron que al menos dos atacantes se inmolaron dentro de la mezquita Badr. Uno caminó dentro del recinto y detonó su explosivo, causando pánico entre las decenas de fieles que trataron de huir. Fue entonces cuando un segundo suicida atacó en medio de la multitud aterrorizada.
Un testigo en la mezquita al-Hashoosh dijo que la explosión lo hizo volar dos metros de distancia.
Al-Ansi agregó que muchas personas resultaron heridas gravemente por los vidrios que cayeron de las ventanas de la mezquita. Recordó correr hacia la puerta junto con otro sobreviviente y escuchar a un hombre gritar «íregresen, salven a los heridos!».
El canal de la televisión chií trasmitió imágenes dentro de la mezquita al-Hashoosh, donde voluntarios utilizaban cobijas ensangrentadas para trasladar a las víctimas. Entre los fallecidos había un niño pequeño. Los cuerpos fueron alineados en el piso de la mezquita y trasladados en camionetas.